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Ante las graves y difíciles incógnitas de la Medicina, siempre existirá ALGO POR ACLARAR O RESOLVER. En tiempos pasados había problemas que eran verdaderos enigmas, pero ahora resultan fácilmente explicables y han caído de su pedestal de misterio, ante las claras y precisas teorías de las matemáticas, de la física o de la química; pero ese misterio no ha sido aclarado totalmente, puesto que nosotros hacemos la DESCRIPClÓN DE ESOS FENÓMENOS, mas no hallamos la causa que los motiva y en muchos casos ni siquiera nos explicamos cómo se efectúan; y esto en lo que se refiere a los fenómenos que diariamente palpamos, como la gravedad, la luz, la electricidad, etc. Pero ¿cuál es el mecanismo íntimo de cada uno de estos acontecimientos que observamos a diario? Aristóteles, Galileo y Newton formularon las leyes de la gravedad y expusieron cómo se efectúan estos fenómenos; pero hasta la fecha NADIE HA EXPLICADO EL PORQUE de ellos; sólo se han concretado a describirlos. La medicina nació del empirismo; algunos fenómenos han sido descritos hasta nuestros días; pero los hay innumerables aún en la más completa oscuridad. El principio de la medicina se remonta casi al comienzo de la humanidad. Fué el instinto de conservación, unas veces y otras la casualidad, lo que obligó al hombre a buscar la forma de mantenerse en estado de salud. La salud y la enfermedad obedecían al mandato divino; esta creencia detuvo por mucho tiempo el avance de toda actividad relacionada con el deseo del hombre de mantenerse sano. Los dioses ordenaban que cualquier dolencia deberla soportarse estoicamente. Una vez comprobados los efectos benéficos de determinada sustancia se la siguió utilizando en casos semejantes; así se fundó la Terapéutica Empírica. Comprendida por Hipócrates, esta forma de aplicación de las sustancias, fundó su escuela, que consistía en la observación pura aplicada al conocimiento de las enfermedades y a la acción de los remedios. Esta observación clínica fué suficiente para producir los resultados cuyo valor y precisión todavía no podemos medir. El día en que el hombre resuelva satisfactoriamente estas preguntas, habrá obtenido la Verdadera Terapéutica Científica: ¿Qué es la vida? ¿Qué es la salud? ¿Qué es la enfermedad? ¿Cómo obran los medicamentos? Para unos, la vida es la resultante de las propiedades y funcionamiento de cada una de las células que actúan de acuerdo con leyes físico-químicas. Para otros es una manifestación del espíritu. Con todos los adelantos de nuestro siglo, en medicina, aún no podemos explicar los fenómenos de la vida; la Fisiología, tiene más de empírica que de científica; y si eso decimos de la Fisiología: ¿Qué podemos esperar de la Patología? Si lo normal lo desconocemos, ¿cómo vamos a pedir explicación de los fenómenos anormales? Tanto en física como en química, no ha habido adelantos que pudiéramos llamar científicos, puesto que hasta la fecha ninguno ha podido dar la explicación del porqué se efectúan los llamados fenómenos. Teorías más o menos convincentes, tratan de explicar como se realizan. Sólo se han descrito algunos fenómenos físico-químicos y la mayoría de las veces ni esa descripción se ha podido aceptar como verídica. De hecho, los conocimientos que tenemos de la física y de la química, se limitan a la descripción de esos fenómenos. La vida es un equilibrio desconocido y perfecto, siempre en las fronteras de la enfermedad, y ésta, un estado complejo, indeterminado, del que no podemos dar una verdadera definición que abarque todos sus aspectos. Nuevos hechos de cirugía nos demuestran que el organismo tiene un dispositivo de máxima seguridad, debido al cual podemos vivir sin gran parte de los órganos que cumplen funciones esenciales; estómago, bazo, intestinos, etc., pero nos desorientamos frente a casos tales como una lesión microscópica, producida en los hemisferios cerebrales, cuyas consecuencias repercuten en los nervios, músculos y articulaciones, casi siempre con carácter de irreparables. En virtud de los nuevos derroteros señalados a la medicina, especialmente de tipo especulativo, todas las innovaciones inspiran desconfianza, tanto más si éstas no proceden de laboratorios dotados de toda clase de instrumentos y más aun, si estas investigaciones son personales y no han sido sancionadas por las academias o institutos. No se concibe y menos en nuestro ambiente mexicano, que una sola persona haya llegado a cambiar los derroteros médicos, principalmente en terapéutica; que es el verdadero fin o la verdadera finalidad de la medicina. Sin embargo, cada hallazgo nos demuestra que existe aún mucho por investigar y que a pesar de las maravillas científicas de este siglo, estamos en los albores de la medicina. Por lo tanto, presentaré, más que estudios de investigación puramente científica, una descripción de la aplicación de los descubrimientos verificados por los investigadores, en terapia general, con el fin de volver al estado de salud, o simplemente de capacidad social del enfermo. Por este motivo, más que fenómenos fisiopatológicos, vamos a describir fenómenos físico-químico-biológicos, observados en esta terapia a los que cada lector dará su valor de acuerdo con los conocimientos hasta hoy adquiridos en fisiopatología. Así este procedimiento curativo indica la forma cómo deben administrarse los medicamentos: sus combinaciones, mezclas, dosis, condiciones del sujeto, etc. etc. Nada nuevo dice respecto a la farmacodinamia, que es la que enseñan los libros de diversos autores y se practica por todos los médicos. El fin primordial fué hacer efectivos determinados medicamentos indicados como específicos para unos u otros padecimientos, aunque no lo son, a pesar de decirlo así los libros de terapéutica; probablemente su acción farmacodinámica es la que se obtiene en la minoría de los casos y por tal motivo pensé que esos medicamentos, si se quiere específicos, darían su máximo efecto terapéutico si se facilitara en alguna forma esta acción. Los juicios son muy personales y podrán, o no, estar apegados a los conocimientos exactos de la ciencia, pero se basan en la fisiología, la química y la física biológicas y a este nuevo sistema de aplicación de todos los medicamentos le denomino: TERAPÉUTICA CELULAR. Las razones expuestas en el texto, justificarán su nombre.
Los padecimientos gastro-intestinales en nuestro país, son los que llevan a la muerte a más de la mitad de los niños dentro de la primera y segunda infancia. El desconocimiento de los más elementales preceptos de higiene motiva gran número de enfermedades. Uno de estos padecimientos, una enteritis disenteriforme, fué la causante de estos estudios: La diarrea verde de los niños de pecho, a mí se me presentaba ya siendo adulto, con motivo de simple desarreglo alimenticio. Físicamente era un caquéctico, algo compensado con la disciplina, la misma que me obligaba en todos mis actos, hasta en los que no tenían que ver con la enfermedad. Sometido como fuí, durante mi vida estudiantil, a todas las terapéuticas conocidas de la época y de todos mis maestros, que gran empeño mostraban en volverme al estado de salud, sentí el gran desengaño de la medicina al no obtener siquiera una mejoría compatible con mis actividades, que se habían reducido al mínimo. Se ponía de moda como tratamiento de base (?) para la Diabetes Mellitus la INSULINA; la casa productora de esta droga también la preconizaba como el mejor medicamento para el tratamiento de la falta de peso. Sin esperanzas de conseguir alguna mejoría en mis males, conforme con mi estado de enfermedad, sólo con el deseo de no tener la apariencia de enfermo y para inspirar relativa confianza a mis pacientes, siguiendo las instrucciones de la casa que elaboraba la insulina, comencé a aplicarme diariamente 10 unidades de esta hormona, por vía intramuscular, media hora antes del principal alimento, apegándome en todo a las severas instrucciones del fabricante, puesto que decía que cualquier descuido en su aplicación sería motivo de muerte (?). Continué aumentando la dosis y aplicándomela no sólo antes del principal alimento sino que en ocasiones antes de las tres comidas acostumbradas en este país. El resultado no se hizo esperar; pocos meses después desapareció la anorexia; el gusto por toda clase de alimentos era de lo más agradable; efectivamente empecé a subir de peso, tenía además, grata sensación de euforia, y sobre todo la diarrea motivo de este tratamiento casi había desaparecido. La Insulina efectuaba, independientemente de su función específica reconocida, una extraordinaria y rápida asimilación celular de las substancias ingeridas en el momento apropiado después de su aplicación. Con el ansia de acelerar mi curación, en muchas ocasiones sin la menor precaución principalmente en la dosificación, llegué a inyectarme hasta 80 unidades de insulina, lo que hizo que experimentara en mí mismo los verdaderos choques hipoglicémicos (1926). Los deberes de la profesión, que son de lo más azaroso, me impedían continuar, por tiempo indefinido, la aplicación de esta hormona, puesto que los síntomas algunas veces se presentaban fuera del tiempo previsto y era necesario contenerlos con la ingestión de algún alimento o de azúcar; de no hacerlo así, la acción de la hormona daría la impresión de inconsciencia parecida a la que producen las drogas llamadas heroicas. Llegó a mis oídos que muchas personas me juzgaban y me juzgan cocainómano. Estas circunstancias provocaron en mí una firme resolución: la de determinar con exactitud a qué hora se presentarían los síntomas de hipoglicemia. Aproveché la desesperación de un intimo amigo que tenía uno de tantos padecimientos incurables para proponerle la inyección de leche de vaca—que ya se aplicaba por vía intramuscular—por la vía endovenosa, con la esperanza de provocar en él la reacción ya conocida; pero más brusca y más intensa y en un tiempo preciso. Hice todos los preparativos para el caso, advirtiéndole que cuando comenzara a sentir la sensación de ahogo, palpitaciones, ansia, falta de aire etc., inmediatamente me avisara para interrumpir la aplicación e inyectar lo que conviniera. En 10 cc de agua bidestilada y con todas las reglas de la asepsia, agregué un décimo de cc de leche de vaca esterilizada por ebullición, en el propio estuche de la jeringa hipodérmica, después de agitarla inserté en la vena la aguja de la jeringa que contenía esta solución. Mas de un décimo de centímetro cúbico fué inyectado, al cabo del cual el enfermó gritó indicándome la sensación de ahogo y poniéndose su facies enrojecida; la suspensión de la aplicación y la puesta de cafeína-estricnina bastaron para detener los sintomas presentes y volver al paciente a su estado anterior. Grandes enseñanzas obtuve con este peligroso experimento; las proteínas de la leche pueden inyectarse por vía intravenosa aunque en muy pequeña dosis. Este experimento me autorizaba a inyectar los amino-ácidos que componen la insulina utilizando la vía endovenosa que tanto peligro entrañaba según los mismos descubridores de la hormona; en efecto, dispuse desde luego que 10 unidades de insulina me fueran aplicadas por vía intravenosa; no experimentando, tal como lo preví, ningún síntoma grave inmediato, y en cambio a los 20 minutos después de su aplicación comencé a sentir: obnubilación visual, astenia, hambre, sed y todos los síntomas concomitantes de la acción de la hormona pancreática, por lo tanto, había conseguido lo que deseaba: saber con exactitud la hora de presentación de los síntomas de hipoglicemia. Esta experiencia, adquirida a mi propio riesgo, me hizo vislumbrar grandes eventos relacionados principalmente con la terapéutica: Si los alimentos son digeridos y asimilados por la acción de esta hormona, aumento de peso, euforia, y la mayor capacidad física y mental para todas las actividades: ¿no pasará igual con los medicamentos? pensé. Desde luego tuve la idea de aprovechar la acción de esta hormona en la neurolúes, puesto que siendo, quizás, el padecimiento más rebelde a todas las terapéuticas, serían definitivos y bien demostrativos sus resultados. Sabido es que, en los estados incipientes o períodos agudos de la neurosífilis, la impaludización, con todos sus inconvenientes puede lograr una recuperación social notable en algunos casos, pero en la mayoría sólo detiene por algún tiempo la evolución hacia la demencia u otras formas mas graves de esta enfermedad. Así fué como inicié la aplicación de la hormona en enfermos de neurolúes; adelante relataré con los detalles necesarios todo lo relativo. Cuando obtuve el resultado benéfico completamente demostrado en la neurolúes: por el cambio de las reacciones serológicas los síntomas mentales y los signos neurológicos, intenté aplicar este método curativo en las enfermedades causadas por virus. Fué el sarampión la primera y en donde vi los excelentes resultados: hice la aplicación en niños en pleno periodo eruptivo, que es cuando, como todos sabemos los síntomas se exacerban y quedé asombrado de que en el término de 1 a 2 horas todos los síntomas y signos habían desaparecido. Este nuevo avance terapéutico, abría un nuevo camino para hacer la aplicación de esta terapéutica en todas las enfermedades causadas por gérmenes patógenos; pero las grandes modificaciones metabólicas observadas me facultaban, también, para aprovecharla en enfermedades discrásicas; así fué como abarqué casi toda la patología.
SÍFILIS SINONIMIA: — Sífilis del griego, Syn, con y Phileo, yo amo; del árabe, safala; del hebreo, schafal; Mal Gálico, Mal Napolitano, Lúes del latín infección; avería, con estos y otros nombres más, se denomina a la enfermedad quizás más grave que asuela a la humanidad y que no ha podido ser dominada, a pesar de todas las investigaciones conocidas en el mundo médico clásico moderno. Es una enfermedad contagiosa o hereditaria, crónica de manifestaciones numerosas, diversas, continuas o intermitentes, específica, la más polimorfa de todas las enfermedades conocidas que ataca todos los órganos; traicionera, solapada, que evoluciona en casi toda la vida del individuo y ante la cual sólo las medidas profilácticas han sido efectivas hasta la fecha. BREVE HISTORIA. — Los más antiguos escritos de origen chino 2.000 años antes de Jesucristo, ya hablaban de una enfermedad que cotejando esta literatura con los escritos de Roma, Grecia y la India vienen a demostrar que debido a falta de estudios y de conocimientos básicos se confundía con padecimientos de la piel como lepra, el lupus, la psoriasis, etc. pero que en realidad era sífilis. Seguramente que es una enfermedad prehistórica, tan antigua como el hombre mismo, puesto que en los hallazgos de fósiles hasta hoy estudiados se ha comprobado que las deformaciones óseas corresponden a lesiones en los huesos de este origen y posiblemente son más antiguos los fósiles sifilíticos encontrados en Europa que en América; corrobora esta apreciación el hecho de que las tropas de Alejandro Magno, Rey de Macedonia, durante las campañas de la India, el año de 327 A. J., fueron diezmadas por una rara enfermedad, y probablemente él también fué víctima de la misma enfermedad, habiendo sucumbido a la edad de 33 años. A fines del año 1400 Europa fué asolada por una epidemia que se inició durante la Guerra de Nápoles. Descripciones muy perfectas para la época, la identifican con la sífilis, a la cual llaman Mal Napolitano. El emperador romano, Julio César al atravesar el Rubicón 49 años A. J., regresó a Roma después de la conquista de las Galias y trajo una enfermedad que los romanos denominaron Mal Gálico; en 1530, Fracastor hace una verdadera descripción de este mal, en su poema Sphilo, personaje del "Morbo Gálico". Estos datos de interés histórico, demuestran, que fué en Europa donde la sífilis hizo su aparición por primera vez, en la historia de la humanidad.
Germen Patógeno. — El descubrimiento del protozoario flagelado de la familia de los Tripanosomas, Treponema Pálido o Espiroqueta Pálida de Schaudin y Hoffmann, tuvo lugar en el año 1905 y lleva el nombre de sus descubridores; es un germen que tiene la forma de espira de 6 a 12 vueltas un cuarto de micra de diámetro, con motas, de 6 a 14 micras de longitud con vimientos sin coloración y recientemente tomado del chancro. Se encuentra generalmente en el chancro, en las pápulas sifilíticas, en las gomas, en el sistema nervioso de los neurosifiliticos, y algunas veces en la sangre en el período secundario. Levaditi fué el primero que pretendió cultivarlo, pero fué Noguchi el que obtuvo los primeros cultivos, así como el primero que demostró su presencia en la médula y en el encéfalo de los enfermos de Ataxia Locomotriz Progresiva y de Parálisis General Progresiva respectivamente. Puede ser confundido con la espiroqueta de Vincent, que existe en la boca normalmente, con la espiroqueta perfringens y con la espiroqueta del cáncer ulcerado. Por los caracteres particulares de cada una de estas espiroquetas, los bacteriólogas hacen perfecta distinción de cada una. La inoculación de la sífilis a los animales de laboratorio, el suero diagnóstico descubierto por Wassermann el año de 1906, el conocimiento de las perturbaciones del líquido cefalorraquideo por Widal, Sicard, Ravaut y principalmente el descubrimiento de los agentes quimioterápicos, arsenicales enérgicos descubiertos por Ehrlich en 1910, son verdaderos pedestales en el progreso del tratamiento de esta enfermedad. FORMAS DE CONTAGIO. — Es principalmente el contacto sexual el que predomina en el contagio de la Sífilis. Son menos frecuentes el contagio por el beso y el amamantamiento a niños sanos. Es extraordinariamente raro que haya otro medio de contagio, fuera de los antes enunciados. Lo que sí se ha observado con frecuencia, es el contagio de los cirujanos cuando han tocado alguna lesión en actividad, si antes se ha producido una erosión en la piel. El contagio se adquiere de los individuos sifilíticos cuando éstos tienen lesiones primarias, chancros, o secundaria y casi no existe contagiosidad en el período terciario. La sangre de los sifilíticos secundarios es contagiosa, como lo han demostrado las inoculaciones hechas al hombre y a los monos. Todo hace suponer que el esperma no tenga ninguna contagiosidad, pues de lo contrario todos los hijos de sifilíticos heredarían la enfermedad, y se ha aclarado, a lo largo de muchos años de demostraciones que el esperma no trasmite la enfermedad. La leche, la saliva, el moco nasal o bronquial, si no hay lesión secundaria en evolución, no son contagiosos. Las lesiones supuradas, no sifilíticas, como por ejemplo: el acné, los forúnculos, la blenorragia, etc., generalmente no son contagiosas. La vacunación de brazo a brazo, por fortuna suprimida en estos tiempos, era fuente constante de contagio. Para que sea producido el contagio es necesario que haya una puerta de entrada, una solución de continuidad en la piel o en las mucosas como desolladura, raspadura, erosión, herida. Es extremadamente raro el contagio al través de la piel o de las mucosas sanas. Todos los países, todas las razas y todas las edades son igualmente atacadas por la sífilis, pero ciertas condiciones favorecen el contagio, como son la falta de higiene, el debilitamiento, la predisposición hereditaria por sífilis de los padres; aunque esto último da cierta inmunidad en determinados individuos, pero lo más frecuente es lo primero. En los medios penitenciarios llega la proporción de individuos infectados hasta un 80%. Uno de los factores que en todos los tiempos ha favorecido la propagación de la enfermedad han sido las guerras; después de éstas los pueblos invadidos han experimentado verdaderas epidemias. En esta última, no tuvo que lamentarse, en la proporción de todas las anteriores, porque casi todos los ejércitos impusieron medidas profilácticas extremas; sin embargo, debido a la falta de control después del licenciamiento, ha habido un ligero aumento de los casos de sífilis. En todas las épocas, ésta era la enfermedad que llevaban los conquistadores a sus conquistados. El conocimiento exacto del modo de prevenir la enfermedad es lo que detuvo su extensión. De acuerdo con una teoría muy aceptada, la sífilis congénita es adquirida por el feto cuando está en la placenta, sin embargo parece haber demostraciones de que durante el parto es cuando se produce la infección en el niño recién nacido. Por las dos formas se contrae la enfermedad, cuando es congénita; pero la primera reseñada es la más frecuente. Se admiten cinco tipos de sífilis congénita: la sífilis embrionaria, que es la de los tres primeros meses del embarazo; la sífilis fetal, que se desarrolla antes del nacimiento y que es la causante de la gran mayoría de los abortos, partos prematuros y muertes del feto; regularmente tiene como único síntoma alguna de estas manifestaciones, puesto que las reacciones a los engendradores siempre salen negativas y es motivo de desorientación para los médicos poco avezados, pues aquéllos no tienen ningúna manifestación de la enfermedad. La sífilis hereditaria tardía, que se presenta en los primeros años de vida del niño, con manifestaciones cutáneas, mucosas o nerviosas, esto último es lo más frecuente; a este respecto tratados y más tratados se han escrito para demostrar que casi todas las anormalidades físicas o mentales en los niños o en los jóvenes, son de origen sifilítico, ya sea porque hayan heredado la sífilis de los padres o porque simplemente tengan estigmas. Cuanto más cercana al contagio es la concepción, más probabilidades de sífilis hereditaria hay para los descendientes, lo general es que los padres sifilíticos viejos no conciban hijos sifilíticos. Las implantaciones anormales de la placenta, su peso, mayor de lo normal, el hidramnios, las presentaciones raras del feto, las preñeces gemelares o múltiples; todas estas anomalías en la concepción siempre hablan en favor de la sífilis hereditaria.
I. — PRIMERA MANIFESTACION: CHANCRO Chancro, del francés, chancre que a la vez deriva del latín Cancro que significa Cáncer, es como se designa la primera manifestación de la sífilis. Alrededor de los quince días después de las relaciones sexuales es cuando aparece esta primera lesión en los órganos genitales, ya sean del hombre o de la mujer; pero para ser más claros, en esta exposición, vamos a hablar primero del hombre, puestó que hay francas diferencias en su presentación. Durante muchos años prevaleció, la idea de que el chancro tenía los siguientes caracteres: único, duro, no doloroso con bubón, potro, incordio o adenitis sin muchos síntomas, que no llegaba a la supuración, es decir que se resolvía solo. Hablar con tanta precisión en asuntos médicos no bien estudiados dió lugar a muchísimos desastres médicos, personales y familiares. En estos últimos años se ha aclarado, cuando ya no ha habido remedio para muchos enfermos, que no es posible hacer diagnóstico sólo por la simple vista o el tacto, aunque claramente las descripciones clásicas dicen: erosión bien circunscrita de contornos arredondeados, sin bordes, de fondo liso, de color grisáceo o rojo, carne con poca secreción, muy duro en su base, sin dolor ni ningún fenómeno inflamatorio, de muy pequeñas dimensiones, tan pequeñas que a veces pasa inadvertido por el enfermo por ser de tamaño casi microscópico. Pueden encontrarse variedades como son chancro plano, con pliegues, papuloso, en forma de lamparillo, ulceroso, etc. El chancro de las mujeres, casi siempre aparece en las mucosas genitales; es muy frecuente que pase inadvertido para la enferma, motivo por el cual dicen jamás haber tenido infección; es una erosión superficial, como descamación del epitelio, deja una superficie al rojo vivo, irregular y apenas limitada por la coloración del resto de la mucosa. Podremos observar por estas descripciones que es muy difícil hasta para el médico hacer el diagnóstico de chancro sifilítico por los simples medios de exploración de que disponemos en clínica, por tal motivo si se quiere hacer un diagnóstico preciso de la clase de chancro siempre debe basarse en los datos de laboratorio; cuántas pérdidas de vidas y cuántos desastres consecutivos trae hacer a la ligera el diagnóstico del chancro. La forma obligada en cada caso, siempre que el enfermo tenga cualquier lesión en los órganos genitales aunque éste diga que no hay motivo para sospechar de la mujer o del hombre, es investigar por medio del microscopio. Es decir, dejarle al laboratorio que haga el diagnóstico tomando de la lesión directamente muchas muestras, especialmente raspando el fondo del chancro. Debe buscarse también en los ganglios linfáticos satélites. Por lo general estos ganglios son indoloros, múltiples y que casi nunca llegan a la supuración. Por los linfáticos próximos al lugar de la lesión es por donde penetra a la corriente circulatoria y casi siempre antes de que haya llegado el chancro a su completo desarrollo ya invadió por estas vías todo el organismo, por este motivo la linfagitis local y la linfadenitis son lesiones precoces; está perfectamente demostrado que la lesión primordial de la sífilis es siempre en los vasos; atacando primero los vasos que irrigan los mismos vasos llamados "vasa vasorum", debe tenerse presente para todos los estudios subsecuentes este sitio de la lesión. Sobre la clasificación exacta de la clase de chancro debe hacerse mucho hincapié, pues lo general es que ni el enfermo ni el médico le dé importancia a la lesión primaria y esto después de tiempo da resultados siempre funestos para el paciente y para todos los que lo rodean. Tampoco debe instituirse ningún tratamiento antes de hacer el correcto diagnóstico, pues si es sífilis, siempre queda incompleto el tratamiento y muchas veces, que es lo más frecuente, se vuelve al individuo resistente a toda terapéutica, apareciendo después lesiones graves que el enfermo nunca relaciona con la manifestación primitiva. La cicatrización más o menos rápida como siempre exige el enfermo, no debe tomarla en cuenta el médico, porque tanto el médico como el paciente quedarán para toda la vida con la duda de si fué sifilítica o no la lesión que sanó sola o espontáneamente, pues repetimos, la lesión primaria nunca es grave y llegará a sanar sola el mayor número de veces. Los órganos genitales del hombre y de la mujer son los lugares más frecuentes de la aparición del chancro; el ano, la lengua, la mucosa de los labios, los senos, etc., son también lugares propicios para la presentación de la primera manifestación sifilítica. A la aparición del chancro en seguida se observa el bubón, la adenitis por inflamación de los ganglios que reciben los linfáticos de la región infectada, en 5,000 casos sólo ha faltado esa adenitis, en tres, por lo que se verá es una manifestación constante del chancro. Si el chancro tiene lugar en las regiones genitales aparecerá la adenitis en la región inguinal izquierda o derecha, según para el lado que estén cargadas las lesiones, o para ambos lados. En el mismo sitio aparecen, si la infección primaria se observa en las regiones perigenitales o anales; en la región axilar si la infección es en el seno o en el miembro superior. Pero si es en la mano la primera infección puede aparecer o en el ganglio epitrocleano o en la axila. La adenitis submaxilar viene cuando la infección primitiva es en la lengua o en los labios. La adenitis del cuello uterino aparece en los ganglios pelvianos, motivo mas para que la enferma no se dé cuenta de la entrada de la enfermedad puesto que si la infección primitiva tuvo lugar en el cuello de la matriz, y esto es demasiado frecuente, por tener muchas veces ulceraciones de otro origen—casi siempre gonocóccicas—que facilitan la entrada a la infección sifilítica. Por regla general la puerta de entrada de la sífilis en la mujer se hace por el cuello de la matriz, sitio donde es imposible que llegue el ojo del médico, puesto que casi no da síntomas que delaten su presencia. Además si en lugares bien ostensibles es difícil hacer, por los simples medios de que dispone el clínico, el diagnóstico de chancro sifilítico en la mujer y en estos lugares nunca puede hacerse el diagnóstico de la primera manifestación sifilítica. Éste es el principal motivo por el cual cuando se les interroga sobre la manifestación primaria siempre nieguen que la han tenido. La regla general en la adenitis es que nunca supura y presenta pocos o ningún síntoma de inflamación. El chancro fagedénico llamado fagedenismo rojo o ulceroso, tiene una coloración rojo vino, crece discreta y rápidamente, a pesar de todas las curaciones, en extensión y en profundidad, puede durar en toda su evolución de tres semanas a tres meses. Sólo un tratamiento mixto enérgico detiene estas manifestaciones. Se ha establecido en la actualidad que casi todos los chancros ya sean simples lesiones como vulgarmente dicen "rosaduras" o el tipo más grave de fagedenismo, son siempre mixtos y por tal motivo la primera indicación del médico consciente es la de mandar al enfermo al laboratorio para que por todos los medios conocidos se haga la búsqueda del treponema y del bacilo de Ducrey, hasta agotar todos los recursos en uso. Todavía después de estas investigaciones, si acaso hubo resultado negativo, insistir después de algún tiempo en la búsqueda del treponema o si ya pasaron días o meses, se buscará la infección en la sangre del enfermo, por medio de la reacciones de precipitación y similares. No es posible hacer una verdadera descripción del chancro típico de la sífilis, pero valgan estos síntomas para darnos una idea: en un lapso de 10 hasta 60 días después del contacto infectante, aparece ligero engrosamiento de la piel que se levanta, luego en su vértice se erosiona dando lugar a una pequeña úlcera rojiza, cubierta por ligero exudado amarillo grisáceo, francamente limitada con discreta inflamación a su alrededor; a los cuantos días se vuelve duro todo el proceso y esto es por lo que se llama chancro duro; al principio es simplemente una rosadura, erosión, raras veces es doloroso, en un período de cuatro a cinco semanás sin ningún tratamiento sana. Cuando se ha asociado el bacilo de Ducrey al treponema entonces es frecuente encontrar los chancros fagedénicos que siempre dan cuadros verdaderamente aparatosos y rebeldes a los tratamientos en uso; la adenitis de los chancros mixtos siempre supura y se abre al exterior espontáneamente o por la intervención del cirujano; es frecuente que en cirugía se practique a la vez el vaciamiento de todos los ganglios de la región que están inflamados; la adenitis pura de chancro sifilítico nunca supura y es muy discreta en todos sus síntomas.
II.—MANIFESTACIONES DE LA SIFILIS. SECUNDARISMO Alrededor de la seis semanas de la aparición del chancro se presentan las explosiones secundarias; se les llama así porque sin causa aparente y por lo general cuando el individuo ni siquiera sospecha tener esta enfermedad; muy solapadamente, sin ruido, sin síntomas, sin fiebre, sin reacción inflamatoria, con evolución lenta, con caracteres locales poco o nada ostensibles, irregularidad en su sitio, sin comezón o síntomas subjetivos locales, con todas estas peculiaridades aparece la ROSEOLA que es, la que inaugura el mayor número de veces, el período secundario. Se caracteriza ésta por manchas rosadas (de donde le viene el nombre) arredondeadas, sin elevación de la superficie de la piel, sin escamas; primero sobre los flancos y luego en las partes laterales del tórax y en el dorso; por fin, sobre el pecho y la parte interna de los miembros. Si no existe ningún otro síntoma que acompañe o preceda a estos de la Roseola, podemos asegurar que se trata de las manifestaciones secundarias de la sífilis. Es lo más frecuente que coincidiendo con la presentación de la Roseola y producida por una lesión de la piel en la papila pilosa del cuero cabelludo aparezca la Alopecia, que se distingue de las otras alopecias por: no presentar más síntoma que el único de la caída del pelo, cejas, barba, axilas y de las otras partes del cuerpo, su duración es por lo regular de algunas semanas, nunca llega al año, tanto más, cuanto que por la alarma que le produce al enfermo en seguida consulta con el médico y por el tratamiento habitual, rápidamente mejora. Se observan otras formas más o menos parecidas a las lesiones descritas en la piel; pero además de ser éstas las más frecuentes son las más claras de las manifestaciones secundarias. Casi con la misma constancia y también como manifestaciones secundarias están clasificadas las lesiones de las mucosas, antiguamente llamadas placas mucosas; de todas las manifestaciones sifilíticas éstas son las más contagiosas. Desde la roseola de las mucosas que son simplemente manchas rosadas en la boca, en la garganta o en la vagina, hasta las formas ulcerosas pasando por una serie bien clasificada de sifílides erosivas (éstas son las propiamente llamadas placas mucosas), sifílides pápulo erosivas, sifilides pápulo hipertróficas, sifílides pápulo-ulcerosas y las ulcerosas. Todas son manifestaciones benignas, insignificantes, sin caracteres propios que las permitan clasificar con facilidad, pero lo más importante de éstas es que son sumamente contagiosas. Los grandes bebedores y fumadores parece que tienen cierta propensión a presentar estos síntomas, y como consecuencia del irritante ingerido es común encontrar en estos individuos en el istmo de la garganta, en los labios y en la lengua. A veces se encuentran también en el velo del paladar, en la parte interna de los carrillos, en las encías y en el piso de la boca. La más importante de todas estas lesiones es la que aparece en el istmo, por ser lugar también de presentación de muchas otras enfermedades y por tal motivo prestarse a confusión. Haremos una breve descripción para determinar un diagnostico preciso: Se observan en la cara anterior de los pilares del paladar, nunca atrás, las amígdalas se encuentran crecidas dando la apariencia de amigdalitis banal, son erosiones rojizas a veces con ligeras ulceraciones que dan cierto aspecto difteroide y suelen confundirse con la verdadera difteria por tener también exudado blanco grisáceo, adherente, en fin, caracteres comunes a los que presentan las placas difteroides; el diagnóstico que en ambos casos es necesario pero sobre todo tratándose de difteria porque rápidamente evoluciona hacia la muerte del enfermo se hace por examen del exudado investigando el bacilo de Klebs Loffler. Tienen interés por ser extraordinariamente contagiosas todas estas lesiones, pero aumenta en grado extremo, cuando aparecen en los órganos genitales de la mujer pues es el verdadero vector de la mayor parte de los contagios, por las características de no hacer ruido estas manifestaciones y casi no darles importancia la enferma o mejor dicho muchas veces ni siquiera saber que son portadoras de ellas. Revisten diferentes formas casi siempre asociadas. Se observan al nivel de la vulva, son más frecuentes las formas ulcerosas. Por el orden de presentación se encuentran primero los grandes labios, los pequeños, en el clítoris, la horquilla, y todo el anillo vulvo-vaginal, el cuello de la matriz y la vagina. Debemos hacer notar que en las meretricias la infección secundaria es frecuente en ambos labios abarcando también la región perivulvar, favorecida por la humedad, la finura de la piel y mucosas, el calor y sobre todo el frotamiento y el contacto de las secreciones normales, que generalmente son patológicas porque casi siempre está añadida a la infección sifilítica la gonocóccica y ésta produce constantemente una secreción que a veces se vuelve cáustica, lo cual favorece en extremo la presentación de las manifestaciones secundarias en este lugar y siendo una simbiosis de varios gérmenes no será rápido en lo general la supresión de estas manifestaciones, pues para hacerlas desaparecer es necesario emplear tratamientos mixtos y ninguno de los puestos en uso, por los tratamientos clásicos para estas enfermedades, da resultados favorables. En términos generales podemos decir, que tanto la infección sifilítica como la gonocóccica pasan por sí solas del lapso agudo al estado crónico a pesar de la intervención del médico, pues en el mayor número de veces con los antisépticos cáusticos se producen otras lesiones o las mismas se extienden y tardan en sanar muchos meses. Entre los grandes síntomas tan frecuentes como las manifestaciones antes descritas, encontramos las ALGIAS, que además de presentarse a menudo fácilmente confundibles con tanta algia que encontramos por diversas causas y que los médicos pocas veces sabemos interpretar y menos curar, porque lo más cómodo es dar medicamentos sintomáticos y jamás buscar la causa del dolor. Las principales algias son en el orden que se presentan: la cefalalgia, esternalgia, pleurodinia, miosalgias, artralgias y los dolores difusos no localizados. La cefalea es el más constante de los dolores sifilíticos. Es un dolor profundo, parece que se origina en el encéfalo y meninges, difuso en toda la masa encefálica; por lo general más intenso en la región frontal; da la sensación de constricción, de pesadez, pulsátil, aumentando de intensidad en cada pulsación. La principal característica es que se exacerba en la noche; tarda en desaparecer algunas semanas. La cefalea en el período secundario, no tiene pronóstico grave. En cambio, las cefaleas persistentes del período terciario, que son presagio del ataque de la sífilis a los centros nerviosos, son muy resistentes a los tratamientos antiluéticos y son siempre de pronóstico grave. Las artralgias y miosalgias, fácilmente se confunden con las diversas formas de reumatismo. Las características que las distinguen de esta enfermedad son: que no aumentan con los cambios de temperatura, ni con lá alimentación. En cambio tienen exacerbaciones nocturnas, y aparentemente no obedecen a ninguna causa. Las lesiones secundarias de la sífilis, se presentan en todos los órganos, sólo daremos una lista de los que con más frecuencia son afectados. Las adenopatias y todas las lesiones de las partes externas del ojo: las keratitis, las iritis, conjuntivitis y blefaritis.
TERCIARISMO. — Sistématicamente, hemos reseñado las principales manifestaciones del período secundario. Este período se caracteriza porque es fácil de diagnosticar, pues se trata de lesiones visibles; pero nunca sabernos cuándo va a comenzar el terciarismo. En términos generales podemos decir que en toda la evolución de la sífilis puede presentarse después de algunos meses, años, hasta cuarenta o más, durante los cuales la sífilis está latente y nunca da manifestaciones en ningún órgano, y todavía más, la sangre en varias reacciones puede resultar negativa, por esta causa es imposible decir si el enfermo está curado, habiendo presentado o no, manifestaciones del segundo período. Todo signo o síntoma—que se presenta después de algunos años de la infección primaria, con tratamiento o sin él, bien o mal llevado y sin causa aparente—que reúne los siguientes caracteres: sin fiebre, de evolución lenta, sin reacciones inflamatorias, sin lesiones profundas, sin lesiones de desorganización, atacan al individuo o en la edad madura o próximo a la vejez, raras veces en la juventud, son lesiones que abarcan desde la piel hasta el sistema nervioso central. Sólo daremos una pequeña lista de las más importantes manifestaciones pues casi en toda la patología está incluido el capítulo de sífilis. Explicaremos en seguida los padecimientos más graves y frecuentes de ellas. En la piel son: sifílides secas, ulcerosas, eritematosas y los gomos que desde el punto de vista histopatológico se definen como neoplasmas sifilíticos del orden terciario. Las diferentes regiones del aparato digestivo no son igualmente afectadas, hay preferencia por determinados órganos. Las regiones de transición entre la piel y las mucosas son las preferidas, la cavidad bucofaríngea y la región anorrectal, siguen el hígado, el esófago, el estómago e intestinos. Las fosas nasales, la laringe y por último el pulmón son los órganos del aparato respiratorio que afecta el terciarismo sifilítico. Tiene importancia sobre todo el diagnóstico diferencial entre la tuberculosis. En la sífilis encontramos: ausencia del bacilo en el esputo, ausencia de esputos sanguinolentos, conservación del buen estado general, antecedentes de sífilis muy antigua y respuesta inmediata al tratamiento antiluético. En contraste con el estado de cierta gravedad del pulmón, lesiones por lo general unilaterales (de principio) frecuencia de lesiones de la misma índole en la laringe o faringe, en la tuberculosis. Las osteoperiostitis en los huesos son las manifestaciones frecuentes del terciarismo; su lugar de preferencia es la tibia, el cubito, el radio y los huesos de la cabeza; en los huesos largos, en la unión de la epífisis con la diáfisis, es donde se presenta el desarrollo extraordinario junto con el dolor, síntomas predominantes. Una vez pasado el período agudo en ese proceso tumoral termina con la formación de una exostosis, es decir, un tumor óseo definitivo que forma cuerpo con la pieza ósea. Por ejemplo, en la tibia es donde se muestran todos sus caracteres. Esas exostosis tienen la siguiente forma: la cresta de la tibia en lugar de describir una curva de convexidad anterior se ve y se palpa una saliente ósea voluminosa, gibosa y rugosa. En los huesos planos como los de la cabeza observamos la osteomielitis gomosa, que además de producir una secreción parecida a la goma, necrosa el hueso y muchas veces—cuando no se da cuenta el enfermo ni el médico de este proceso—se producen las fracturas llamadas espontáneas. Que como se verá nada tienen de esto pues es la sífilis la que las produjo. Cuando la osteomielitis se origina en la lámina interna de los huesos del cráneo provoca cefalea intensa, convulsiones, parálisis y cuadros meningiticos variables. No debemos pasar inadvertido uno de los fenómenos cerebrales frecuentes de la sífilis del tercer período, las convulsiones. Se observan todas las formas epileptiformes. Sólo un examen concienzudo del enfermo puede darnos un diagnóstico exacto de la etiología de las convulsiones, se dice hasta por grandes tratadistas que la epilepsia tiene estos caracteres: tiene AURA, (grito que da el enfermo antes de las convulsiones), que éstas son primero tónicas y luego clónicas, que el dedo pulgar lo flexiona dentro de los otros dedos, y que después de todas las convulsiones hay un período de estertores, es decir, que el paciente queda profundamente dormido con un estertor. Las parálisis oculares, la hemiplejia, la afasia, la parálisis facial, la parálisis bulbar y todas las parálisis motoras tienen por origen una sífilis avanzada que casi nunca ha dejado huellas en el enfermo y por tal motivo es desconcertante para el paciente su presentación. Por la gran frecuencia, por lo ex abrupto, por no tener pródromos, por aparecer en personas con aparente buena salud, es de importancia hablar algo de esta fase. Un ictus apopléctico después de una abundante cena o de algún otro exceso, desencadena el terrible cuadro. Súbitamente pierde el conocimiento, cae como fulminado por un rayo, ligeras convulsiones generalizadas o localizadas en la parte del cuerpo que va a quedar paralítica, estado de inconsciencia completa o semi-completa, e inmediatamente después medio lado queda inmóvil. Puede abarcar la cara y ser del mismo lado o cruzada cuando ha sido grave, dura varios días el estado de inconsciencia y sólo se recupera el enfermo, o también suele suceder que sucumba después del ataque apoplético. Al cabo de algunos meses o años repite el ataque y paraliza otras partes del cuerpo. La hemiplejia o la hemiparesia se establece también a veces en forma lenta. Comienza con adormecimientos, calambres, hormigueos y poco a poco se va perdiendo la fuerza en medio lado, hasta llegar a su máximo en unos cuantos días. Algunas veces antes de quedar bien establecida hay ataques intermitentes; casi siempre hay contractura y aumento exagerado de todos los reflejos, especialmente los tendinosos. La terapéutica clásica nada hace al favor de esta clase de enfermos. La afasia es uno de los síntomas más frecuentes de la sífilis del tercer período. El principio es brusco, súbito; pero también es lenta y progresiva en unos cuantos días. Comienza por sentir cierto embarazo a la articulación de las palabras, sobre todo cuando se trata de articular una palabra difícil, sustituye una letra por otra, se acentúan progresivamente estos trastornos hasta quedar establecida la afasia. En la mayoría de los casos hay ceguera y sordera verbales. Junto con estos graves síntomas coexisten trastornos sensoriales, intelectuales y morales; síntomas que casi siempre forman parte del cortejo de las diferentes formas de sífilis cerebral.
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