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Terapia Celular,
parte 13 Si a un individuo no diabético de treinta y cinco años, de sesenta kilos de peso, se le hace bajar el azúcar sanguíneo a menos de la mitad de la cantidad normal, observaremos lo siguiente: a los 20 minutos después de haberse puesto la inyección intravenosa de insulina, comienzan casi simultáneamente las sensaciones de hambre y sed, además de ligera astenia; dichas sensaciones se experimentan normalmente cuando al individuo le hacen falta alimentos energéticos. El alimento energético por excelencia es la glucosa; experimentalmente hemos comprobado que la falta de glucosa en la proporción aproximada de un décimo de la cantidad normal produce esas sensaciones; por lo tanto, el hambre y la sed se pueden definir como sensaciones generales causadas por la hipoglicemia, en la proporción aproximada de un décimo de la cantidad normal. Además de estas sensaciones, como consecuencia de la disminución más acentuada de glucosa en la sangre, se experimenta astenia, manifestada por muchos enfermos por la disminución de la agudez visual. Sabemos que la glucosa se quema desprendiendo H2O y CO2 liberando determinada cantidad de energía, que según el órgano en que se produzca, corazón, sistema nervioso, etc., podrá ser mecánica, psíquica, etc. Se comprende, según esto, que exista el síntoma astenia cuando la falta de glucosa en cantidad fisiológica hace disminuir la producción de energía. Cuando la hipoglicemia se acentúa, la glucosa o glucógeno muscular que hábia logrado conservarse en cantidad normal en los tejidos, empieza a disminuir también, apareciendo manifestaciones que revelan el déficit de ese elemento indispensable para los tejidos; y serán los más delicados (sistema nervioso, glándulas endócrinas, etc), los primeros que manifiesten su necesidad de alimento energético por excelencia: la glucosa. Cuando dicha disminución es aproximadamente de 20mg, se presentan las manifestaciones siguientes: astenia profunda, sueño ligero, taquicardia y taquipnea (aumento de 10 o más pulsaciones y de 5 ó más respiraciones por unidád de tiempo), excitación general y vaso-dilatación periférica o vasoconstricción, según que el individuo sea vago o simpático-tónico. Estos últimos síntomas aparecen como 20 minutos después de los primeros. En mayor grado de hipoglicemia observamos los siguientes síntomas: el sueño, que había comenzado ya, se vuelve profundo; la ligera y pasajera elevación de temperatura, ya iniciada, alcanza alrededor de medio grado, apareciendo casi simultáneamente un sudor copiosísimo y generalizado; la tensión arterial sube alrededor de medio centímetro de mercurio (esfigmomanómetro Tycos), sólo por unos 3 ó 4 minutos, para descender a la normal al final de este período, iniciándose el estado de inconsciencia o estado semicomatoso hipoglicémico; determinados reflejos, pupilares escleróticos, tendinosos, etc., principan a desaparecer; hay bradicardia y bradipnea francas (disminución de 10 pulsaciones y de 4 respiraciones por minuto, aproximadamente). Cuando la glicemia ha llegado a menos de la mitad observamos: sudor profuso, palidez cérea, indiferencia, sueño profundo y tranquilo, pérdida de algunos reflejos, sobre todo los del ojo; bradipnea, bradicardia o bien, en algunos enfermos, taquicardia y taquipnea. (Ver gráfica No. 1). Estos síntomas corresponden a una situación intermedia entre el estado semicomatoso y comatoso; seguramente, el hambre, la sed y la astenia del principio han llegado a un grado máximo, ocasionando la autofagia que, junto con los demás fenómenos antes referidos, hace óptima la permeabilidad celular. (Ver gráfica No. 3). Según estos síntomas, la carencia de glucosa no es sólo sanguínea, sino que todos los órganos, sin excepción, y todas las celdillas, están sufriendo un cataclismo por la falta de ese elemento. La hipoglicemia ha llegado a tal grado que la sangre, para sostener sus cualidades físicoquímicas, toma glucosa de las celdillas de todo el cuerpo. (Ver gráfica No. 3). Por la falta de glucosa en todas las celdillas, por exceso de trabajo hecho con el fin de restablecer el equilibrio fisico-químico y por la acumulación de productos de desecho, observamos la astenia, el sueño, el estado semicomatoso o comatoso, la pérdida de los reflejos, etc., que traducen el sufrimiento del sistema nervioso central; se infiere que si la acción ha llegado a dar manifestaciones tan serias sobre el sistema nervioso central, seguramente que todos y cada uno de los tejidos del organismo sufrirán con mayor intensidad los correspondientes efectos, de acuerdo con su propia fisiología. Estos hechos prueban que el sueño siempre es producido por la falta de alimentos energéticos para las celdillas nerviosas, siendo el principal o probablemente el único, la glucosa; asimismo, prueban que la acumulación de productos de desecho originados por la combustión de la glucosa, contribuyen también a producirlo, y al aumentar dichos productos, llegan a dar el cuadro del estado comatoso (el coma hipoglicémico es parecido a los demás comas, acetónico, urémico, etc). Si el descenso de la glucosa continúa, el individuo queda en estado comatoso profundo; abolición absoluta de todos los reflejos, aparición de convulsiones ciánicas, miosis primero, después, midriasis, astenia cardiaca manifestada por arritmia, disminución del número y amplitud de las pulsaciones, hipotensión tal que no es sensible el pulso radial; el ritmo respiratorio es igual al Cheyne Stokes; la palidez es cadavérica y la temperatura menos que la normal: si en tales circunstancias, el individuo no es atendido rápidamente, perece en algunos segundos. Veremos más adelante que estos conceptos se aclaran, tal como están explicados durante la regresión de los síntomas, en la que el estádo inconsciente es el primero en desaparecer; vuelven los reflejos, pero disminuidos en intensidad y tiempo de reacción; el sueño es ahora ligero; el número de pulsaciones y respiraciones es más frecuente, adquiriendo las cualidades correspondientes a esa frecuencia. Si la glicemia se apróxima a la normal, observamos que el pulso y la respiración se regularizan y hasta permanecen como cuando el individuo está en reposo; la temperatura vuelve a lo normal; el sudor, sin desaparecer, disminuye considerablemente; lo propio acontece con el hambre y la sed . En cambio, el sueño y la astenia se conservan con cierta intensidad, durante 2 o más horas, no desapareciendo por completo sino al cabo de uno o dos días, durante los cuales el individuo queda más o menos somnoliento, a pesar de que la glicemia es normal, debido probablemente a la lenta recuperación del sistema nervioso central.Existen enfermos en los que la glicemia ya no vuelve a la primitiva, quedando unos miligramos más baja, pero siempre dentro de los límites normales. La descripción anterior de la hipoglicemia tiene grandes variaciones que dependen de muchos factores, pero sólo voy a enumerar los que francamente influyen. El niño y el joven son más sensibles a la acción de la insulina; de la edad de 1 año a la de 45, existe una relación inversa, pero que tiene muy ligeras variaciones, es decir, que conforme aumenta la edad, disminuye la sensibilidad a la hormona. Después de este período, el individuo parece marcadamente menos sensible a la acción de la insulina, pero esta sensibilidad no es sino aparente, como más tarde veremos. Si se inyecta insulina a dosis pequeñas, de tal manera de producir la sensación de hambre (disminución aproximada de un décimo de glucosa), la acción de la hormona es francamente activadora del catabolismo de los glúcidos y del anabolismo de los lípidos, siendo en forma de glicéridos el modo de constituir sus reservas, a lo cual se debe, principalmente, que los sujetos inyectados con pequeñas dosis de insulina, aumenten de peso. En cambio, hemos observado que si la cantidad de insulina aumenta de tal manera que acelere los cambios respiratorios y circulatorios produciendo el cortejo de síntomas ya anotados, aumenta el consumo de oxigeno y el desprendimiento de anhídrido carbónico, no dando tiempo a la formación de reservas; entonces, además de la glucosa, son quemadas las grasas y albúminas de reserva en los tejidos. La acción de la insulina puede llegar hasta la autofagía crítica. Si la cantidad de insulina es de tal manera pequeña que sólo haya una baja de la glicemia comprendida aproximadamente entre un décimo y un vigésimo de la normal o el organismo aprovecha mejor los lípidos de doble poder energético, el hígado, y probablemente los demás órganos, almacenan en forma de glucógeno la glucosa que existía en la corriente sanguínea (la insulina ha sido glucogenosintética en pequeñas dosis); pero si producimos un choque hipoglicémico de tal manera que se tomen, además de las reservas de glucosa de todos los órganos que la contienen, las del glucógeno almacenado en el hígado y en los demás órganos, entonces la insulina desempeña su función característica: glucolítica y glucogenolítica, es decir, catabólica tipica. Efectivamente, cuando es necesario producir hipoglicemias sucesivas, la cantidad de insulina necesaria es tanto menos cuanto mayor es el número de hipoglicemias anteriores producidas, dado que cada uno de ellos ha ido disminuyendo las reservas de glucógeno. Confirma estos hechos la observación de que los enfermos, durante la acción repetida de la insulina, adelgazan notablemente; ello se debe a que las reservas de glicéridos han sido poco a poco consumidas por el eficiente consumo de la glucosa circulante. La acción de la insulina sobre el metabolismo de los hidratos de carbono hace, aparentemente, reversible la relación glucosaglucógeno. Si durante la acción de la insulina o al mismo tiempo que ésta se inyecta, se administra azúcar al paciente, obsérvese ligera hipoglicemia, y, por lo tanto, la acción de la hormona es solamente glucogenosintética. La función de la adrenalina no se manifiesta cuando se han agotado o casi agotadas las reservas de glucógeno; en muchos enfermos a quienes hemos llevado a la pérdida de menos de la mitad de la glucosa sanguínea la aplicación de la adrenalina a diferentes dosis nunca ha conseguido detener los síntomas de gravedad del momento, por lo que concluimos diciendo: la adrenalina no ha podido liberar la glucosa necesaria en la sangre o la ha liberado tan insuficiente que los síntomas han continuado. La función hemo-gluco-reguladora de estas dos hormonas sólo se manifiesta de manera ostensible cuando la cantidad de ellas varía dentro de límites próximos al normal. Cuando la acción antagónica de la adrenalina tiene que compensar la acción enérgica de la insulina, hay que recurrir a otros medios, pues la adrenalina, por sí sola es insuficiente para desempeñar satisfactoriamente y de acuerdo con las necesidades del momento, sus funciones antagónicas. La glucosa es el único combustible indispensable que fácilmente usan todas las celdillas del organismo, de la cual no pueden prescindir para el desempeño normal de sus actividades. La insulina es la hormona que mantiene el índice glicémico dentro de limites determinados, compatibles con la vida celular; en armonía con la adrenalina, mantiene las reservas del organismo, no sólo de hidratos de carbono, sino de grasas y albuminoideos. Un tercer factor, el sistema nervioso, interviene en la regulación; aunque hasta la fecha no está precisada su actuación creo que ésta es bien manifiesta. Recordaremos que al principio de esta exposición hicimos notar que algunos enfermos experimentan miedo intenso a la inyección de insulina; cuando hay tal estado emotivo, las cantidades de insulina necesarias para producir el efecto deseado son menores, así como el tiempo requerido para ello; esto viene a demostrar la acción que el sistema nervioso general tiene, no sólo en la hiperadrenalinemia, sino, en general, sobre el funcionamiento de otras hormonas. Efectivamente, el tono vago-simpático tiene por función mantener el equilibrio vital en todo el organismo, regular el metabolismo celular y el funcionamiento de diversos órganos. Las células viven en un medio que debemos considerar amfótropo; en él las substancias activas, como la insulina, la adrenalina, los iones minerales, etc., simpático-tropos unos, y vago-tropos otros, se encuentran en proporciones tales que el equilibrio funcional de estos dos sistemas está asegurado por tres factores principales que, funcionando en completa armonía, mantienen dicho equilibrio de la reacción del medio y la tasa iónica del plasma. En estado vagotónico, los tejidos son alcalinos, contienen poco calcio ionizado. En estado simpaticotónico, los tejidos y la sangre tienen una reacción ácida, conteniendo más calcio y menos potasio. El aumento de los iones H es un efecto del calcio y menos potasio. El aumento de los iones H es un efecto del calcio por excitación del simpático, en cambio, la excitación del vago produce el ión OH; es un efecto del potasio. Resumiendo: el estado de excitación del tono vagal corresponde en términos generales, a una alteración de la relación K/Ca en favor del potasio, a un aumento de la permeabilidad celular de la hidratación y de la glicemia. Como dijimos, existen también centros encefálicos que regulan todos estos cambios. El estímulo nervioso se transmite en parte, por la vía del simpático, ya sea a las cápsulas suprarrenales o a los islotes de Langerhans. El individuo bajo la acción de la hormona pancreática, en dosis suficiente para mostrar todos los síntomas de hipoglicemia sin llegar al estado de semi-coma, experimenta durante el curso de esta hipoglicemiá variaciones francas del pulso y la temperatura. Por vía endovenosa las variaciones son más acentuadas y la aparición más rápida que utilizando cualquier otra vía. La frecuencia del pulso comienza a los 20 minutos después de la aplicación, para llegar a francas taquicardias durante el pleno estado hipoglicémico. Durante el estado de coma hay bradicardia y si este estado continúa se observan arritmias y extrasístoles; en fin el pulso traduce el desfallecimiento cardíaco. A veces estas variaciones son bruscas y pronunciadas; lo que puede poner de manifiesto algunas lesiones que en estado normal no se pueden apreciar. Se han observado variaciones hasta de 30 pulsaciones. Se mantiene esta taquicardia hasta que se normaliza la glicemia, a partir de este momento hay bradicardia. Cuando los medicamentos-glucosa, son introducidos en el término de 5 a 15 minutos desaparece la taquicardia quedando el pulso más bajo de lo normal. La vigilancia del pulso durante el Momento Terapéutico es capital, pues sirve para establecer la velocidad de la introducción de los medicamentos-glucosa. Lentamente introducidos van normalizando el pulso hasta dejarlo en parecidas condiciones de antes de la aplicación de este procedimiento. (Ver gráfica 4). El descenso de la temperatura es bastante ostensible; tanto en los enfermos normales como en los piréticos; en estos últimos ha llegado hasta 3 grados este descenso, para bajar más, después de haber pasado. Cuando ya la recuperación del enfermo es total porque la glicemia está cerca de lo normal, en determinados padecimientos, sobre todo en los que producen fiebre, hay un ascenso térmico después de algunas horas de haber terminado con este sistema terapéutico; a veces llega a 40° C, el ascenso. Pero propiamente este ascenso no es causado directamente por hipoglicemia, sino que determinados medicamentos curativos son así los que producen esta pirexia (arsenicales principalmente). Cuando los medicamentos no son de los que producen fiebre, la temperatura se mantiene más baja por lo menos 12 horas. En algunas enfermedades febriles con la primera aplicación de la Terapia Celular es suficiente para no tener más ascenso en la temperatura.
Durante la hipoglicemia aguda el desequilibrio osmótico hace que las celdillas cedan sus cristaloides y quizá parte de las demás substancias contenidas en su protoplasma; hay por lo tanto, una corriente de dentro hacia fuera de las celdillas; (vér gráfica No. 3), ésta no es bastante fuerte para isotonizar la sangre, que permanece hipotónica. Dicha hipotonía produce sudación abundante, que determina junto con la diuresis, un aumento de la tonicidad sanguínea por pérdida de agua, la que va acompañada de desprendimiento de calor, bien evidente por la elevación de temperatura del cuerpo. La sangre requiere una concentración glicémica mínima, por lo que la glucosa es el combustible inmediato y el material más directamente utilizable para los fines energéticos de todas las celdillas. La sangre tiene una presión osmótica constante comprendido entre O,55° y O,58°. Para la realización de las funciones celulares es necesaria una gran constancia en la presión osmótica en las células y en el medio en que viven; igualmente, están habituadas a una determinada y fija tensión superficial de los líquidos que las bañan. La ruptura del equilibrio fisico-químico entre sangre y células se acentúa más al disminuir la tensión superficial en virtud de la elevación de temperatura. Tales modificaciones físico-químicas obrarán en las células haciéndolas permeables a todos los elementos contenidos en la sangre y favorecen la difusión en el protoplasma celular, aun de las substancias no fácilmente difusibles. Por lo tanto, cualquier súbstancia que lleve la corriente sanguinea (coloide o cristaloide), tiende a pasar y pasa hacia el protoplasma, forzada por una especie de tromba; con lo cual se restablece, en parte, el equilibrio roto. (Ver Gráfica No. 4). La endósmosis celular, favorecida por la entrada de medicamentos a la corriente sanguínea y por la hipertonicidad de la misma, se efectúa en grado sumo; los iones llevados por la corriente sanguínea, positivos y negativos, son obligados a penetrar al protoplasma celular por la ley del equilibrio iónico; igualmente, los demás fenómenos metabólicos que rigen la vida celular, necesariamente se restablecen de modo parcial. (Ver Gráfica No. 4). Como se ve, la hipoglicemia, rompiendo por el mecanismo señalado todas las constantes, facilitó el paso de las substancias medicamentosas de la sangre hacia el protoplasma celular, cosa que no sucede de manera normal. Tales son las condiciones que hemos tratado de reproducir para lograr un efecto terapéutico que en otra forma no existe. Sin los fenómenos de difusión celular no puede haber absorción íntegra de medicamentos, ni acción sobre los gérmenes cuando se encuentran en los tejidos; por otra parte, no habría cambios metabólicos favorables para la célula. Debe comprenderse la importancia de la elección apropiada del medicamento, de sus dosis y de la oportunidad de su aplicación que le hemos llamado Momento Terapéutico. Las condiciones en que se halla la celdilla en lo que se refiere a avidez, absorción, asimilación y su cambio físico-químico máximo para efectuar sus funciones metabólicas, es en grado óptimo, no necesitará sino de pequeñas dosis de medicamentos para los fines terapéuticos como de los elementos necesarios para su normal funcionamiento. Ver Gráfica, No. 4. — Gráficamente podemos representar esta acción diciendo que hemos hecho la expresión de una esponja, sus intersticios quedando en condiciones para recibir nuevos elementos que a ella se encuentren próximos. Debemos hacer notar que no sólo han sido las celdillas las que han cambiado sus condiciones físico-químicas, sino, los mismos gérmenes, que para su prolificación requieren constantes físico-químicas características y fijas, van a alojarse a aquellos lugares en los que el organismo les ofrece dichas constantes. Por eso tenemos el treponema pálido, por ejemplo, que busca refugio en los centros nerviosos donde encuentra condiciones muy favorables que llena las características que requiere para su proliferación, en donde puede persistir durante un tiempo indefinido, ya que la acción de los medicamentos no puede efectuarse por existir barreras infranqueables a la llegada de los mismos. Ese medio protegido donde viven los gérmenes o virus también han sido modificados por la acción de la insulina y ha resentido intensamente el efecto de los fenómenos físico-químicos y como consecuencia forzosa, los gérmenes se hallan en situación desfavorable que puede, seguramente, determinar su muerte. Experimentos efectuados en monos, aplicando sólo la insulina, confirman que grandemente disminuye la virulencia de los virus de la Polio durante la hipoglicemia. Recordaremos lo difícil que es cultivar gérmenes o virus cuando no se tienen fijas las condiciones del medio, dada su extrema sensibilidad. Si los medios fisico-químicos de los gérmenes han sido modificados, tensión superficial, presión osmótica, estado isoeléctrico, pH, etc., la resistencia de dichos gérmenes se halla muy disminuída y en condiciones precarias de vida. Después del estado hipoglicémico que tan seriamente amenazó su vida, las celdillas se encuentran en aptitud de restablecer su equilibrio, el cual dependerá de las substancias que contenga la sangre; estamos en el momento más oportuno para adaptarlas a nuevos medios de vida; este problema de vital importancia lo debemos resolver en unos cuantos segundos, resolución que demanda eficiencia y rapidez, ya que de lo contrario existe el peligro de citolisis general. Hay que dar a las celdillas aquellas substancias de las cuales, en esos precisos momentos, depende su vida. Con ello el pH, la tensión superficial, la presión osmótica, el punto isoeléctrico, y todas las funciones fisico-químicas vuelven a su estado normal por lo que las moléculas protoplasmáticas celulares consiguen su normal acomodamiento. En este momento, conseguir aliviar la necesidad fisiológica y al mismo tiempo hacer llegar a las celdillas los medicamentos específicos, es un ideal. Con ello se habrá resuelto uno de los principales problemas de la terapéutica. (Ver Gráfica No. 4). Con estos estudios que han salido de la práctica hemos logrado llenar todas las necesidades del momento; los hechos nos comprueban cada día más que hemos resuelto problemas hasta hace algunos años insolutos.
VUELTA AL ESTADO
FISIOLÓGICO POR LA ACCIÓN CURATIVA En forma adecuada llegan a las celdillas del organismo medicamentos específicos para cada caso, obrando todos a la vez en cantidades mínimas y en forma sinérgica, de tal manera que no resulten nocivos puesto que van a actuar llenando una necesidad provocada. La completa desaparición de los síntomas hipoglicémicos se efectúa en uno o dos días, a veces en el mismo día. Es preciso recordar que cuando la glicemia ha descendido un 20% aproximadamente, el corazón activa sus funciones y, por consiguiente, las del hígado, por lo cual la transformación de glucógeno en glucosa es más rápida. Lo propio acontece con los músculos y demás órganos que contienen glucógeno. Al activarse la circulación, todos los aparatos de excreción eliminan agua, lo cual conserva la isotonía sanguínea y hace que no se alteren los fenómenos físico-químicos en que interviene el agua (que son la mayoría). Este proceso es favorecido por la acción del sistema simpático, sobre el cual actúa especialmente la adrenalina excitando su funcionamiento, o acaso, la propia hormona pancreática determinando, entre otras cosas, un erotismo cardíaco. Después de un poriodo de 6 a 10 minutos se presentan, al contrario, signos de astenia cardíaca, baja de la tensión arterial, disminución del número de pulsaciones, etc., debido a la falta de glucosa, elemento energético del corazón; a la intoxicación de la fibra cardiaca producida por el primer tiempo de la hipoglicemia, al agotamiento probable de la hormona excitomotora: la adrenalina; a la falta de acción nerviosa bulbar, simpática y de los ganglios propios del corazón; etc., etc. Hemos producido hipoglicemias en dos sujetos que tenían lesiones avanzadas del miocardio con complicaciones renales, sin haber observado fenómenos graves de astenia cardíaca. En suma, se puede asentar que cuando la glicemia disminuye aproximadamente a menos de la mitad de lo normal, no hay peligro inminente para el aparato cardio-vascular, siempre que no se trate de individuos que hayan llegado a la senectud. En estos casos y en los que padecen de alguna lesión en el aparato cardio-vascular la disminución en una tercera parte, poco más o menos, de la glucosa, no es peligrosas. Añadiremos que la acción simultánea de la sudación y de la respiración, así como el aumento de la diuresis, influyen grandemente en el ascenso de la hipertonicidad sanguínea, ya que por tales mecanismos se elimina gran cantidad de agua.Las acción excitante de la insulina sobre el simpático, primero, y vago, después, tiene gran efecto sobre las demás secreciones internas; pero aun sin considerar esta acción directa debemos tener en cuenta la sinergia hormonal directa de una secreción hormonal sobre otra; además de estas relaciones se concede cada día mayor importancia a las estrechas ligas entre las hormonas y las vitaminas. En el término aproximado de 5 minutos, sube la glicemia a dos terceras partes de lo normal; este hecho viene a comprobar que a pesar de la expoliación tan enérgica que hace la insulina, siempre quedan reservas y que el aparato hemoglucoregulador, así como los demás aparatos y sistemas, con el fin de poner término a la difícil situación físico-química creada por la hormona pancreática, entran en sobre-actividad durante este corto período de tiempo, que se debe aprovechar para establecer, entre las células y la corriente sanguínea, el fenómeno inverso, observado durante el período de ascenso. Es decir la sangre se encuentra hipertónica con relación a las celdillas, (ver gráfica No. 4), debido a la presencia de glucosa y a la pérdida de agua (sudación y diuresis); la tensión superficial de la sangre se encuentra, igualmente, aumentada. El equilibrio isoiónicosalino, el pH sanguíneo, etc., tratan de volver a su equilibrio anterior. (Ver gráfica No. 4). Forzosa y necesariamente tendrá que establecerse en las celdillas una corriente del exterior al interior, que restablecerá el equilibrio entre éstas y la sangre. La tensión superficial, disminuida durante la hipoglicemia, comienza, en este momente, a volver a la anterior; el pH celular, los equilibrios, isoiónicos é isotónicos volverán a su estado primitivo, tomando de la sangre los elementos indispensables a las células para restablecer sus condiciones físico-químicas. (Ver gráfica No. 4). La observación de los fenómenos demuestra que no existe la permeabilidad selectiva, al menos en este momento, sino que es total y simplemente un fenómeno físico-químico. Actualmente se acepta que lo propio sucede en los cambios metabólicos normales de las células. En efecto, los hechos demuestran que durante el período de ascenso de la glicemia pasan hacia el interior de las células los cristaloides que contenían la sangre; lo cual se deduce tanto de las consideraciones físico-químicas, como de los signos clínicos, pues a los 30 minutos, aproximadamente, después de la aplicación de los medicamentos, comienzan a desaparecer algunos de los síntomas que motivaron el tratamiento. Esto nos hace pensar que la acción terapéutica principia cuando la glicemia desciende una tercera parte de lo normal; acción proporcional al grado de hipoglicemia, cuyo límite compatible con la vida es un valor cercano a 16mg de glucosa por 100cc de sangre. Para no exponer al enfermo a los poligros de una hipoglicemia muy intensa podemos afirmar, como tesis general, que la máxima acción terapéutica se efectúa cuando la glicemia en la sangre es de menos de 50% de lo normal. Este grado de hipoglicemia no es peligroso, ya que en algunos enfermos se observa el aumento de glucosa de una manera espontánea. Por tal circunstancia, el médico dispone de tiempo suficiente para instituir la terapéutica apropiada en cada caso. Sin embargo, este estado hipoglicémico puede ser delicado en otros enfermos, sobre todo cuando se les produce la primera hipoglicemia, en cuyo caso el médico precavido deberá estar provisto de los medicamentos de antemano elegidos. Téngase presente que, excepto en el momento de la hipoglicemia, la cifra de glucosa habitual del individuo llega siempre a retablecerse, a pesar de que la cantidad de insulina requerida en cada cambio para producir el mismo grado de hipoglicemia, no es siempre igual; es decir, que para hacer disminuir la glucosa a menos del 50% en el primer cambio, la cantidad de insulina necesaria es siempre mayor que en los subsecuentes, no obstante que siempre se verifica la aplicación cuando el individuo se encuentra en iguales condiciones de glicemia; tal parece que el organismo adquiere tanta mayor sensibilidad cuanto mayor es el número de hipoglicemía provocado por la insulina. Sería importante investigar si esta mayor facilidad para producir hipoglicemia repetida se debe a una perturbación de la función de almacenamiento de glucógeno por los órganos encargados de ello, los cuales no suministrarían glucosa después de la inyección de insulina o si se trata, en realidad, de causas de distinta índole. La hipoglicemia tal como la hemos descrito, es la que corresponde a individuos de una edad aproximada de 35 años, de 60 kilos de peso; cuando estos factores son distintos, los caracteres del choque varían también.
MODIFICACIONES DE LA
FISONOMÍA DE LA HIPOGLICEMIA EDAD. — Hemos aplicado insulina a pacientes de 3 meses en adelante, habiendo observado, invariablemente, que la acción de la hormona es tanto más rápida cuanto menor es la edad del enfermo, hasta la edad adulta. El niño y el joven son quienes presentan reacciones más intensas a la insulina. Hasta los 35 años las manifestaciones son siempre proporcionales a la cantidad de insulina inyectada, variando según la vía de introducción. La intravenosa es la que produce efectos más rápidos y ostensibles en lo que se refiere a la aparición de la hipoglicemia. El restablecimiento de la glicemia normal se verifica en muy corto tiempo, pues los síntomas desaparecen el mismo día de la aplicación. Reaccionando, estos individuos sienten con extraordinaria rapidez la acción terapéutica. La edad en que son más favorables los efectos terapéuticos varía entre los veinte y los cuarenta años, término medio. Las reacciones insulina son rápidas en el niño, pero la aparición de los síntomas es variable, mientras en unos aparece primero la taquicardia, en otros es el sudor, el sueño o cualquier síntoma revelador, probablemente, de alguna lesión no descubierta antes de la aplicación de la insulina; ésta es, en general, peligrosa en los viejos, por la variabilidad de la aparición de los síntomas y principalmente porque no normalizan, con facilidad y rapidez su glicemia. Cuando en estos sujetos se ha logrado subir la glicemia a cerca de lo normal, vuelve a bajar con brusquedad, por lo cual se debe estar debidamente preparado a fin de combatir con toda atingencia, los síntomas anormales que se presenten, tanto en el tiempo de su aparición, como en su variabilidad. Ello requiere suficiente práctica en la aplicación del procedimiento, a efecto de contrarrestar todo peligro. PESO. — Uno de los factores de mayor importancia para la dosificación, es el peso del individuo, que es directamente proporcional a la cantidad de insulina necesaria para conseguir el cambio de las constantes. Las intoxicaciones medicamentosas producidas por tratamientos anteriores, auto-intoxicaciones de origen intestinal y otras de distinta causa, hacen hipersensibles a los individuos. Esto comprueba que en la intensidad de la hipoglicemia intervienen, además de la disminución de la glucosa en la sangre y en los tejidos, las toxinas acumuladas o las lesiones producidas por éstas. Cuando en un sujeto se encuentran juntos o aislados estos factores, responderá el organismo como hipersensible. La glicemia normal y la edad son factores secundarios, salvo de los 50 años en adelante. En cuanto al tiempo en que aparecen los síntomas de la hipoglicemia, diremos que el minimo es de 10 minutos y el máximo, de 50, después de la inyección intravenosa. Como comprobación de la poca influencia que tiene la glicemía en la dosificación de la insulina, hemos atendido enfermos diabéticos con más de 200mg de glucosa en la sangre (a quienes hemos aplicado insulina), habiendo conseguido el descenso de la glicemia a menos del 50% de lo normal, es decir, que la misma cantidad de insulina determina, en sujetos normales e hiperglicémicos, un descenso de igual glucosa.
TECNICA DE LA APLICACION PARA NIÑOS Cuando hay tiempo de hacer todos los preparativos ya consagrados en este tratamiento deben preferirse; pero en caso de gravedad o condiciones desfavorables, se procederá inmediatamente, con el fin primordial de salvar la vida del enfermo, para más tarde ir a curar las localizaciones paralíticas de la enfermedad o complicaciones concomitantes. Se describirá en seguida la técnica más usual para los casos que no ameritan urgente ni especial intervención. Con anticipación se hará vaciar el intestino, de preferencia con lubricantes mecánicos ingeridos; si esto no es posible con enemas o supositorios. Anotado el peso y la edad, y estando EL NIÑO EN AYUNAS, se inyecta por vía intramuscular la dosis de insulina igual al peso en kilos, es decir una unidad por kilo de peso, en niños hasta de 15kg; niños de más de 15kg, la dosis de insulina es de 75% del peso. En la misma jeringa se agregan 200,000 U. O. de penicilina cristalizada disuelta en suero glucosado al 5% y 200,000mg de dihidroestreptomicina; tanto la penicilina como la dihidroestreptomicina, se dosifican por cada 5kg de peso, 100.000 U. O. y 100.000mg respectivamente. En otra jeringa de 5cc se añade clorhidrato de tiamina, 5mg, riboflavina, 2mg, clorhidrato de piridoxina, 5mg y nicotinamida 75mg o lo que es lo mismo complejo B disuelto en solución de glucosa; en esta misma jeringa, 25mg de propionato de testosterona. El contenido de estos dos últimos medicamentos no varía ni con el peso, edad o sexo. La hormona testicular está más indicada en los casos subagudos y sobre todo en los lisiados. Se anotarán en una hoja especial la dosis de insulina, el pulso, la hora exacta de la aplicación y todas las condiciones generales que van a ser cambiadas por la aplicación de la insulina. Lo regular es que al cabo de 30 min. después de haber puesto estas soluciones, se observe en el enfermo astenia, algo de sueño, sed, hambre o un estado diferente al de antes de la aplicación; en este momento, se le administra por vía oral, en poca cantidad de agua, de 15 a 200mg de ácido nicotínico; aproximadamente tarda en aparecer el efecto de esta vitamina como 10 minutos, para llegar a su máximo de los 15 a los 20 minutos, se sostiene su acción por algunos minutos más; entonces se observan claramente en la mayoría de los casos, notable rubicundez en el rostro y todas las partes descubiertas experimentando escozor el enfermo, consecuencia de la vasodilatación producida por el nicotínico. Además de los efectos más acentuados de hipoglicemia producidos por la insulina, este es el momento más favorable para la absorción y asimilación de los medicamentos, le hemos llamado MOMENTO TERAPEUTICO, que van a ser aplicados por vía endovenosa. En efecto buscada con anticipación la vena por esta vía, se inyectará: clorhidrato de acriflavina 5mg; azul de metileno 0,5mg; resorcina 1mg, en solución glucosada al 50% en una jeringa de 20cc; y en otra jeringa de la misma capacidad: vitamina C 100mg, complejo B 75 mg, en la misma dosis de la inyectada por vía intramuscular y además yoduro de piperazina 10mg, gluconato de calcio 10mg, bromuro de calcio 20mg, formiato de calcio 10mg, en solución glucosada al 50% entre 12 y 15cc es la capacidad total del contenido de cada jeringa de 20cc.
ALGUNAS RESPUESTAS ANORMALES A ESTA TÉCNICA TERAPÉUTICA EN NIÑOS El organismo del niño es un verdadero termómetro que siempre responde a todos los medicamentos con la misma precisión y en el mismo tiempo; pero escapan a nuestros conocimientos algunos detalles desconocidos que hacen modificar las respuestas a los diversos medicamentos y de estos casos vamos a hablar en seguida. Si antes del tiempo anotado de la presentación de todos los fenómenos de la hipoglicemia comienza el enfermo a experimentarlos, esto nos revela que la dosis de insulina fué más de la requerida para el efecto deseado lo que nos hará aumentar la dosis de suero glucosado, ya sea antes de picar la vena o durante la aplicación de los medicamentos curativos. Para la siguiente aplicación nos servirá este dato para disminuir la dosis de insulina; también nos hará disminuir la dosis de insulina, la intensidad de los fenómenos hipoglicémicos y la duración de estos. Todos los datos contrarios a lo anteriormente anotado nos obligará a aumentar para la proxima aplicación la dosis de insulina. Una, dos y hasta cinco unidades son las variantes que siempre modifican nuestra conducta respecto a esta hormona. En cada aplicación debe anotarse con cuidado el tiempo de presentación de estos fenómenos y la intensidad de ellos. Aunque son raros los casos en que se presenten convulsiones después de la insulina, el médico debe estar prevenido, no precisamente porque sea un síntoma peligroso, sino más bien porque las convulsiones dificultan en grado máximo la aplicación intravenosa ya de por si difícil en estos enfermitos. Efectos máximos presentan también algunos niños a la ingestión de ácido nicotínico; no sólo la vasodilatación periférica ostensible, sino a veces una congestión o edema de la glotis que dificulta la respiración. Lo contrario, es decir, la falta o la ausencia de estos fenómenos de vasodilatación es más frecuente; la observación cuidadosa nos hará modificar la dosis en cada caso. En muy pocos ninos se debe abstener el médico de dar ácido nicotínico. Cuando no ha sido posible inyectar en las venas de los miembros superiores, debe el médico inmediatamente buscar las del cuello, que siempre son ostensibles a la vista y al tacto. En más de mil niños inyectados por la vía endovenosa, sólo en dos se han presentado accidentes parecidos a las lipotimias o a un profundo estado comatoso hipoglicémico. Cambiándo el orden de la aplicación de los medicamentos inmediatamente que se administran por vía venosa son detenidos y aliviados estos estados que no deben alarmar al médico. En lugar de inyectar los componentes antisépticos o antivirus, se inserta en la aguja la jeringa que contiene las sales y las vitaminas, sin apresurarse, lentamente, se va hundiendo el émbolo y rápidamente el niño responde sin el menor contratiempo. Una vez aplicado todo el contenido de esta segunda jeringa, se adapta a la primera, y con la misma precaución se inyecta. Terminada la operación el niño está totalmente recuperado. Es frecuente que al terminar o durante la aplicación del contenido, de la primera jeringa el niño tome una coloración amarillo-verdosá; nunca debe alarmar este tinte, es muy propio de la coloración que dan el azul de metileno y las acridinas. Por lo menos durante 8 horas después del tratamiento, el enfermo debe ingerir liquidos calientes o fríos endulzados. En este tiempo, pueden aparecer fiebre, vomitos, dolores musculares y una especie de estado gripal. Casi siempre obedece esto a constipación anterior al tratamiento, y desaparecen con la administración de medicamentos que hagan evacuar el intestino.
Aplicando por vía endovenosa, la fórmula núm. 1, cuando el paciente está en el máximo del cambio de las constantes sanguíneas, conocida bajo el nombre de Terapia Celular, la teoría farmacodinámica es como sigue: El organismo tiende a regularizar su contenido de glucosa sanguínea con la solución hipertónica que constituye el vehículo de la inyección, con la particularidad de que éste lleva disueltos los antisépticos: Tripaflavina, azul de Metileno y Resorcina, que van a actuar "in situ" donde se encuentren los gérmenes patógenos por el mecanismo automático, que saca al paciente del estado de hipoglicemia en uno o dos minutos y que llevó a los agentes quimioterápicos hasta la intimidad de los tejidos donde por métodos ordinarios no llegan los medicamentos. FORMULA No. 1
El estudio particular de cada uno de los constituyentes es como sigue: UROTROPINA. — Se conocen muy bien sus propiedades respecto a las infecciones. CLORHIDRATO DE ACRIFLAVINA o TRIPAFLAVINA. — Nombre químico: Mono-clor-hidrato de la 2,8-diamino-10meto-cloruro de acridina. Peso molecular: 296,06. Contiene 87,58% de acriflavina base y 12,42% de ácido clorhídrico; el cloro total es de 24,30% y de nitrógeno 14,20%. Es un antiséptico poderoso, especialmente por el método de la Terapia Celular. Se menciona una posible incompatibilidad con el fenol, pero de acuerdo con la experimentación clínica, no la hay con la Resorcina. Dosis media de 0,1 a 0,5% en solución. AZUL DE METILENO. — Cloruro de metiltionina. — Peso molecular: 373,73. —Contiene tres moléculas de agua o sea que es un tri-hidrato.— Contiene azul de metileno anhidro 85,56% y 14,44% de agua; en la sal inhidra hay 10,03% de azufre y 13,15% de nitrógeno.— También puede cristalizar con 4 o 5 moléculas de agua.— De acuerdo con el Index Merck (1940), es un anti-periódico, analgésico débil y antiséptico suave, esto como en el caso anterior, varía por el procedimiento de aplicación.— Su dosis es de 1,2mg a 2,5mg. RESORCINA. — Resorcinol o Metafeno-diol, también llamado Meta-dihidroxibenceno — Peso molecular 110,05, su pureza es de 99,5%.— Es un antiséptico, antipruriginoso, estimulante de la cicatrización y antipirético.— Dosis media de 1 a 5mg. La segunda FÓRMULA está constituida por sales de calcio, magnesio y yoduros unidos al complejo vitamínico B.
Aun en los casos agudos se inyecta propionato de testosterona; está demostrado el efecto tan eficaz regenerativo de muchos tejidos y es casi seguro que entre éstos se cuenta el nervioso y por consiguiente todos los demás afectados. Además de la acción de los antisépticos mencionados el resto de la fórmula tiene las sustancias siguientes: el bromuro de calcio y el gluconato de calcio dan en forma iónica 12,7mg 17,9mg y yoduro de piperazina 50mg respectivamente, tratándose de las sales empleadas en farmacia, que son el dihidrato de bromuro de calcio y el monohidrato de gluconato de calcio, lo que nos da en total 30,6mg de calcio iónico y para que se mantenga la proporción de los iones alcalinoterreso de la sangre, se necesita que el magnesio en forma iónica sea la cuarta parte respecto del calcio, lo que se obtiene con los 143mg de gluconato de magnesio, en forma de dihidrato, que a su vez dan 7,6mg de magnesio iónico, manteniendo así la proporción de estos iones en la sangre humana, los que son los antitóxicos de los iones alcalinos; sodio y potasio, que pueden haberse alterado en su proporción, por el Cambio de las Constantes Sanguíneas. Pero como esta relación está regulada por la hormona denominada Cortina, sólo se trata de tener una seguridad absoluta en los efectos antitóxicos, de los mencionados iones alcalinos. Sodio y potasio, sobre los que no actúa la insulina y que son los que mantienen la inhibición de los prótidos sanguíneos, manteniendo constante la viscosidad y el volumen sanguíneo. Es un hecho de observación diaria la acción antiflogística a veces resolutiva de las sales de yodo. Algunas veces verdaderas tumefacciones han sido disueltas con estas sales, el mecanismo intimo de su acción sobre esos tejidos no se ha podido explicar. Este efecto terapéutico ha sido aprovechado en la Poliomielitis y por esta causa médicos de diversos países proclaman la acción benéfica en los casos de Polio, de las sales de yodo, la que efecto ha dado en la Terapéutica Celular, ha sido el yoduro de piperazina, por ser una sal orgánica, multiplicándose su acción terapéutica por la piperazina. En la poliomielitis los efectos clínicos observados han sido combatir eficazmente los dolores y evitar la rápida esclerosis de todos los tejidos afectados, por esta causa, tanto en los casos agudos como en las secuelas se ha utilizado con verdadero éxito. Las fórmulas anteriores fueron el fruto de estudios químicos guiados por los datos clínicos. |
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