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Terapia Celular, parte 10

LA HORMONA LIPOTROPICA DEL PÁNCREAS

        Los investigadores que se han dedicado a diabetes observaron que es mucho más frecuente la obesidad en la ciudad que en el campo, y que la obesidad después de la herencia es el factor etiológico más importante.

        La vida sedentaria de la ciudad y las comodidades mayores que las del campo son los principales factores determinantes que nos hacen observar mayor número de obesos en las ciudades.

        Los estudios hechos en los labóratorios de nutrición del Instituto Carnegie, manifiestan que después de los 50 años raramente se adquiere la enfermedad si el peso es inferior al normal.

        La mortalidad por diabetes es mayor mientras más acentuada es la obesidad.

        Estudios realizados por Joslin y Himsworth muestran que no tiene relación el consumo del azúcar en cada país con la relación de enfermos diabéticos. Basta poner dos ejemplos bastante demostrativos. El Japón tiene muy alto consumo de azúcar y muy baja proporción de diabéticos. Estados Unidos, desde hace mucho tiempo el consumo del azúcar se ha mantenido al mismo nivel y en cambio el número de diabéticos ha aumentado ostensiblemente. Los mismos investigadores hicieron notar que en lugar de mayor consumo de azúcar la proporción de grasas en la alimentación de los Estados Unidos, alarmantemente ha aumentado; motivado esto por la sustitución que se hace del azúcar cambiándola por grasas en la alimentación de los diabéticos.

        Estos datos hicieron pensar que las grasas constituyen un factor etiológico importante en la presentación de la diabetes; sólo hipótesis aún no bien precisadas se han emitido para dar la explicación a estos hechos. Newburgh, emite la hipótesis, no confirmada, de que la infiltración grasosa hepática que ocurre en los obesos, provoca una disminución del poder de este órgano para formar y almacenar glucógeno, originándose por esta forma hiperglicemia, primero transitoria y luego permanente hasta llegar a constituir la diabetes. Estudios de otros investigadores apoyan las teorías de Newburgh, al encontrar que de un 65% a 75% de los obesos sin diabetes, las pruebas de tolerancia a la glucosa son anormales, por lo que a estos presuntos se les ha llamado pre-diabéticos; que el 50% de los invidividuos marcadamente obesos desarrollan la diabetes y que estos trastornos a la prueba de tolerancia de la glucosa se inicia después de los 11 años de obesidad, sosteniéndose afirmativamente después de los 18 años de obesidad, entonces existe siempre una disminución a la tolerancia de la glucosa.

        Estas consideraciones han conducidó a estudiar el segundo punto o sea el papel de las grasas en los trastornos fisiopatológicos presentes en la diabetes. A PESAR DE LOS NUMEROSOS ESTUDIOS HECHOS PARA CONOCER LOS FENOMENOS QUE OCURREN EN EL METABOLISMO DE LOS DIABETICOS, NO SE HA LLEGADO A UNIFICAR EL CRITERIO ni aun en el aspecto más substancial, y por esta causa se han emitido hipótesis después de numerosos estudios hechos por dedicados investigadores a cual más de ellos justificados.

        La teoría apoyada por Minskouski, de la utilización insuficiente—en mayor o menor grado para oxidar la glucosa—. La opuesta de Von Noorden, de la super-producción, que sostiene que en el diabético existe un aumento en la glicogenolisis con sobreproducción de azúcar de fuentes distintas de los hidratos de carbono, principalmente lípidos y prótidos.

        Según la primera hipótesis, la insulina obraría provocando la correcta utilización de la glucosa en los tejidos, y de acuerdo con la segunda, inhibiendo la exagerada glicogenesis. Tanto en el caso de la disminución del consumo de la glucosa, como en el de su excesiva producción, el metabolismo de las grasas se convierte en un factor de primordial importancia, ya que en el primer caso el organismo está perdiendo toda la energía de las proteínas, de donde resulta que las grasas se convierten en la fuente más importante de energía.

        En el segundo caso, el trastorno fundamental está precisamente en el metabolismo lípido, puesto que el diabético está perdiendo grandes cantidades de grasa por la orina después de ser ésta transformada en glucosa. Como es en el hígado en donde se inician los procesos metabólicos de las grasas, tiene por lo tanto este órgano un papel de primera importancia en la diabetes; ya que como sabemos existe un equilibrio en el metabolismo de los glúcidos. La formación de éstos en el hígado y la utilización del mismo por todos los tejidos.

        Comprobación de lo anterior nos la dan los trabajos de Mann y Magath, en perros hepatectomizados se demuestra que la única fuente de glucosa es este órgano. Confirmando lo anterior, estudios hechos por Bridge, Winter y Joslin, correlacionan la acción de la insulina y el coeficiente respiratorio, confirmando que es en el hígado donde radican las principales perturbaciones del metabolismo en los diabéticos, por otra parte, como está ya demostrado, esos trastornos metabólicos afectan fundamentalmente las grasas.

        El mecanismo íntimo de los procesos de oxidación de las grasas en el hígado, así como de sus perturbaciones en los diabéticos no ha sido aclarado, sólo se han lanzado teorías, de las cuales las más importantes son: Knoop, sostiene que los ácidos grasos sufren oxidaciones sucesivas, perdiendo dos átomos de carbono en cada una de ellas hasta la formación de ácidos acéticos y una molécula de cuerpos cetónicos por cada molécula de ácido graso. En apoyo de esta teoría, Shaeffer asienta que los cuerpos cetónicos sólo pueden ser oxidados por la simultánea oxidación de una determinada cantidad de glúcidos.

        Otra teoría sostiene que en el hígado las grasas son convertidas en hidratos de carbono; trabajos y estudios serios se han realizado y parece que existe algo de razón para pensar en esta forma; sin embargo no se pueden borrar todas las dudas que aún ponen en duda esta teoría.

        Hay mayores hechos por los cuales se acierta mas, LA TEORIA DE LA UTILIZACION INSUFICIENTE DE LAS GRASAS, ya que en esta forma queda explicado el hecho de que a pesar de las pérdidas de energía por la falta de combustión de hidratos de carbono y de proteínas, la propia energía quedaba asegurada por la originada en la oxidación de las grasas y explicaba al mismo tiempo la influencia de los hidratos de carbono en la producción de la cetonemía de acuerdo con la conocida frase de que "las grasas se queman en el horno de azúcar". Experimentos en gatos pancreatectomizados, determinando en el hígado de los mismos las cantidades de oxigeno, cuerpos cetónicos, ácido acético y ácidos grasos, llevan a conclusiones contrarias a las anteriores teorías. Reviviendo con esto la antigua teoría de Hurtley, según la cual, las grasas sufren oxidaciones múltiples y alternantes, que producen en cada etapa de su combustión una molécula de cuerpos cetónicos sin que en ninguna de estas etapas se produzca ácido acético. Cortes de hígado efectuados en los mismos animales demuestran que no se encontró ácido acético como debería de hallarse de acuerdo con la teoría de Knoop, en cambio existe una cantidad de cuerpos cetónicos muy superior a los que según la teoría de Knoop debían de existir, muy semejante a las que era de esperarse según la teoría de Hurtley.

        Medida la cantidad del oxígeno, éste sería insuficiente para provocar la combustión de los ácidos grasosos, según la teoría de Knoop y el necesario para transformarlos en cuerpos cetónicos. Por otra parte, Stadie, rebate la teoria de Shaeffer, de la relación ketogénica-antiketogénica, demostrando que los cuerpos cetónicos pueden entrar en combustión y son utilizados por el organismo sin la intervención de los hidratos de carbono ni de la insulina, de estos experimentos se llega a las conclusiones siguientes: "el diabético que por razones de falta de insulina es incapaz de utilizar los hidratos de carbono para llenar sus necesidades metabólicas, se abastece de energía a expensas de las grasas. Parte de estas necesidades es llenada por la iniciación y terminación de la oxidación de las grasas en los músculos mismos. Sin embargo, una fracción considerable estimada como una tercera parte de la mitad de las necesidades calóricas que dan las grasas, es obtenida por una oxidación preliminar de las mismas en el hígado hasta la formación de cuerpos cetónicos. De esta oxidación no se forman ni ácido acético ni glucosa. Estos cuerpos cetónicos producen energía por su libre utilización en la periferia, sin insulina y sin la necesidad de la simultánea oxidación de los hidratos de carbono. Este mecanismo de reserva es incapaz de una regularización delicada: así cuando la demanda de calorías que las grasas deben proporcionar, excede de cierto nivel, aproximadamente 2,5g de grasa por kilo y por día, los cuerpos cetónicos se forman en exceso en el hígado. Este exceso es excretado como acetona en la orina. Si este catabolismo grasoso excesivo continúa sin detenerse se produce la acetonemia y el coma.

        Todos estos trabajos vienen a dar apoyo firme a la hipótesis de Hurtley llamada "del mecanismo de la oxidación de los átomos de carbono."

        No es posible por ahora sostener la teoría de Shaeffer de la oxidación de las grasas acompañada forzosamente a la de los glúcidos, ya que los cuerpos cetónicos son utilizados directamente por los tejidos sin la intervención de glúcidos ni de la insulina. Este mecanismo de reserva constituye en el diabético la principal fuente de energía a la que recurre en mayor proporción el organismo a medida que es mejor su posibilidad de oxidar los glúcidos.

        Por todo lo expresado se observa que el metabolismo lípido, tanto en su etapa hepática como en la tisular, adquiere extraordinaria importancia; alternándose o modificándose para llenar las demandas de energía, ya que están perdidas las fuentes normales.

        La puesta en juego de esos mecanismos de reserva que ocurre en la diabetes, y las modificaciones que en la combustión de los ácidos grasos y los cuerpos cetónicos acontece en el hígado, se traducen también en alteraciones en otro de los aspectos del metabolismo de los lípidos: los depósitos de lípidos en los tejidos y muy especialmente en las arterias, por constituir este aspecto del metabolismo lípido uno de los factores más importantes en los procesos fisiopatológicos de la diabetes y causa de algunas de sus manifestaciones sintomatológicas más graves.

        Al descubrir la insulina, se creyó resolver la totalidad de los problemas de la diabetes. Se pensó que a los perros en experimentación al dárseles la hormona faltante, se corregirían todos los trastornos y se prolongaría por tiempo indefinido su vida. Pero por desgracia, como a diario lo observamos, sólo se ha detenido en algunos casos su curso, que siempre es progresivo, puesto que los perros sin páncreas sometidos a una dieta calculada y con un tratamiento insulínico a dosis apropiadas, únicamente se logra mantener en esas condiciones a estos animales durante dos o tres semanas, observándose después fenómenos extraños. Así a medida que transcurre el tiempo, la glicemia decrece y lo mismo sucede con las necesidades de insulina; de 20 unidades que habitualmente aplican al principio, al cabo de cuatro semanas es menester reducir la dosis a cinco unidades, y aún esta cifra, provoca en ellos crisis severas de hipoglicemia que pueden ser mortales.

        Este hecho que considerado aisladamente podría interpretarse como una mejoría en el metabolismo glúcido, no lo es en realidad, porque al mismo tiempo se presentan otros síntomas de mayor importancia. Los lípidos sanguíneos que en la primera semana ascienden considerablémente a cifras muy inferiores a la normal, producen a la vez trastornos funcionales hepáticos revelados por la prueba de la Bromosulfataleina. El animal pierde apetito, enflaquece considerablemente y muere. En la autopsia se encuentra invariablemente un hígado aumentado de volúmen, hasta dos o tres veces su tamaño normal, con fenómenos de infiltración y degeneración grasosas en las paredes arteriales que llegan hasta el ateroma. Estas observaciones confirmadas por otros investigadores llevaron al convencimiento de QUE UN FACTOR DISTINTO DE LA INSULINA INTERVIENE en estos animales, provocando graves alteraciones en el metabolismo lípido, que la insulina no es capaz de remediar. Se pensaba que la falta de secreción externa del páncreas era la causante por su contenido en lipasas. Macleod y sus colaboradores hicieron ingerir a los perros despancreatectomizados grandes cantidades de páncreas crudo, encontrando con sorpresa que la hiperglicemia y la glicosuria aumentaron, que el animal necesitaba cantidades enormes de insulina, que mejoraban su apetito y su estado general, prolongándose su vida casi por tiempo indefinido. En la autopsia, se comprobó la disminución del hígado a su volumen normal y la desaparición de los fenómenos de infiltración y degeneración grasosas, quedando demostrado por lo tanto, QUE EXISTE EN EL PANCREAS UN FACTOR QUE OBRA SOBRE EL METABOLISMO DE LOS LIPIDOS evitando su excesivo depósito en el hígado y en las arterias, porque permite la combustión de los ácidos grasos y su posible transformación en glucosa, lo que motiva que la insulina obre aumentando la glicogenesis y la glicolisis, restableciendo por lo tanto los fenómenos metabólicos a la normalidad.

        Otros investigadores desecharon la teoría de que se tratara de las lipasas de la secreción externa del páncreas, creyeron que era la colina contenida en el páncreas la que provoca la acción protectora contra la infiltración grasosa. Después de una serie de experimentos demostraron que los fosfolipidos y la colina suministrada a los perros sin páncreas y provocan los mismos fenómenos que el suministro del páncreas crudo, siempre que estas sustancias sean dadas en suficiente cantidad, lo que se confirmó por otros autores. La acción de los fosfolípidos y de la colina no solamente previene y corrige la infiltración grasosa en los perros despancreatectomizados, sino también en otros animales, cuando se trata de provocarla experimentalmente por la administración de colesterol y fósforo. De aquí se vió la acción lipotrópica de la colina y la de los fosfolípidos. Danovan, Vermenlen, Van Prohaska y otros realizaron investigaciones semejantes y llegaron a resultados diferentes. Descartan la posibilidad de que sea el jugo pancreático la causa de la acción lipotrópica, ya que la infiltración grasosa no se evita con suministrar fuertes cantidades de jugo pancreático a los perros despancreatectomizados, y la sustracción total del jugo pancreático por medio de fístulas realizadas en perros no llega a producir infiltración grasosa hepática. En segundo lugar, preparan extractos de páncreas libres, de lecitina y de colina, que son tan efectivos como el páncreas crudo, la de prevenir y curar los cambios grasosos en el hígado de los perros operados, permitiendo a la vez la sobre-vida de estos animales.

        El páncreas fresco es primero extractado con alcohol neutro, filtrando hasta la sequedad y extractando con éter. Este extracto etéreo así obtenido contiene la grasa del páncreas, por lo tanto, practicamente toda la colina y toda la lecitina; sin embargo este extracto no tiene valor terapéutico pues no tiene acción lipotrópica apreciable. En cambio la fracción libre de grasa extraída por alcohol, es por el contrario efectiva y tiene una acción lipotrópica perfectamente apreciable. Cuando se administra por vía oral en cantidades de uno a dos gramos por día, previene a curar la infiltración grasosa en el hígado de los perros sin páncreas. Esta fracción libre de grasa puede ser conectada y purificada disolviéndola en agua y precipitándola por saturación con sulfato de amonio. El precipitado entonces puede ser disuelto en ácido acético glacial. Al añadirle éter produce un nuevo precipitado el cual tiene todas las propiedades lipotrópicas del páncreas crudo y es activo por Vía oral y por subcutánea en cantidades menores de 15 centigramos por día. Este producto no contiene grasa y está libre de cantidades apreciables de colina.

        Esta substancia, que juega un papel importante y casi vital en el metabolismo de las grasas, que es elaborada por el mismo páncreas y distínta de la insulina, se bautizó con el nombre de LIPOCAICO, del griego: yo quemo grasa.

        Las bases experimentales que hicieron ver esta segunda hormona del páncreas, han hecho pensar de que su secreción sea dada por las CELULAS ALFA de los mismos islotes de Langerhans, cuya función hasta ahora es desconocida, puesto que LAS CELULAS BETA son las que elaboran la insulina como ya está bien demostrado.

        La identificación de unas y otras es posible. Entre otros experimentos los gránulos de las células ALFA son solubles en agua, los de las células BETA en alcohol. Además las cualidades tintoriales y su distribución en los islotes de Langerhans es completamente distinta.

        Resumiendo, de los numerosos trabajos ejecutados con el LIPOCAICO: los perros despancreatectomizados, a pesar de un tratamiento dietético y la administración de la insulina, mueren en el transcurso de cuatro semanas a consecuencia de los trastornos del metabolismo de las grasas, que consisten principalmente en la disminución de los lípidos sanguíneos a menos de la mitad de las cifras normales; infiltración y degeneración grasos del hígado y como consecuencia marcada insuficiencia de este órgano, demostrada entre otras pruebas por la de la Bromosulfataleina; infiltración grasosa de las arterias y producción de ateroma; disminución de la glicemia y de la glicosuria e intolerancia creciente a la insulina, lo que se traduce en la desnutrición y la muerte del animal.

        Si los animales sometidos a estas experiencias son sujetos al mismo tiempo que se suministra la dieta adecuada, cuando la insulina ya sólo es aplicada en dosis de cinco unidades, se les administra por vía oral dos gramos diarios de LIPOCAICO, se observa un marcado cambio favorable en el animal. Comienza a notarse el aumento de la glicosuria y de la glicemia, mayor tolerancia por la insulina, hasta administrar mayores dosis de la que se emplearon durante los primeros días de la experimentación; un aumento de lípidos sanguíneos que rápidamente suben a niveles superiores a los normales; pero después de esta fase inicial, el nivel de los lípidos sanguíneos, después de cinco semanas de tratamiento con LIPOCAICO, fluctúa alrededor del valor encontrado antes de la operación. Simultáneamente y aun cuando con mayor lentitud va disminuyendo la infiltración grasosa hepática hasta quedar totalmente reducida a la estructura normal del hígado. La prueba de la Bromosulfataleina se vuelve normal al cabo de seis semanas, el perro mejora en sus condiciones físicas: aumenta el apetito, recobra el peso, puede sobrevivir en estas condiciones varios años.

        Estas experiencias efectuadas en perros operados fueron hechas en conejos. A los que se les dió colesterina en suficiente cantidad para provocar infiltración grasosa, hiperlipemia, hipercolesterinemia al mismo tiempo que se les dió LIPOCAICO, lográndose la disminución de la hiperlipemía y la supresión de la infiltración grasosa del hígado.

        Algunos hechos clínicos efectuados en diferentes clínicas apoyan los experimentos observados en los animales; sin embargo en otras clínicas los resultados no han sido constantes y esto ha dado lugar a controversias, pero de todos modos las conclusiones a que han llegado los impugnadores de la teoría del LIPOCAICO son:

1o. — Los resultados de investigaciones en que el páncreas, hígado y músculos frescos de buey se añaden a la dieta, no sugieren que el páncreas contenga un factor específico nuevo que afecte el depósito de grasa en el hígado de las ratas blancas.

2o. — EL LIPOCAICO presentó el efecto lipotrópico que podía esperarse por su contenido en colina.

3o.— Parece improbable que una cantidad de colina equivalente al valor lipotrópico total de la dosis de extracto pancreático (lipocaico) utilizado en los experimentos por Dragstedt, tenga influencia en la grasa del hígado del perro sin páncreas, por ser una dosis muy pequeña.

4o.— El efecto lipotrópico del extracto pancreático, fué el mismo que el de la caseína en las ratas.

En contra de estos últimos argumentos contrarios al LIPOCAICO, se sostiene:

1o.—Se requieren prácticamente dos gramos de colina al día o más para obtener efectos benéficos. En cien gramos de páncreas, que es una dosis efectiva, existen solamente cerca de 250 miligramos de colina.

2o.— La acción del páncreas es específica. El hígado y el cerebro que contienen tanto o más lecitina y colina no ejercen ninguna acción benéfica.

3o.— En los extractos hechos de páncreas, la substancia activa se encuentra en el extracto alcohólico desprovista de grasa, mientras que las fracciones solubles en éter, que contienen toda la lecitina del páncreas y casi toda la colina, son completamente inactivas.

4o.— Ha sido posible obtener un extracto de páncreas que ejerza la acción típica de esa glándula en una dosis diaria de 60 a 100 miligramos de sustancia desecada; este material está libre de grasa y contiene no más de uno o dos por ciento de colina libre, y es efectivo tanto por administración oral como por vía subcutánea.

        Por todos los trabajos realizados hasta la fecha sí puede aceptarse que el páncreas tiene una acción especifica sobre el metabolismo de los lípidos, distinta a la que indirectamente provoca la insulina. Las células Alfa de los islotes de Langerhans son las que proporcionan esta secreción hormonal totalmente diferente a la secreción de la insulina que es elaborada por las células Beta.

        Estas investigaciones dan una buena orientación al problema del metabolismo de los lipidos; todavía se hacen investigaciones para corroborar la existencia de la hormona lipotrópica segregada por las células Alfa de los islotes de Langerhans, el LIPOCAICO.

 

COMO SE EFECTÚAN LAS FUNCIONES ENERGÉTICAS DE LA GLUCOSA

        El fosfógeno va a ser descompuesto por la contracción muscular, en una molécula de ácido fosfórico y otra de creatina, dando la energía suficiente para hacer la contracción del músculo. Pero por otra parte el organismo da otra energía igual para rehacer la combinación creatina-fosfórica. Esta es la que deriva de la oxidación de una molécula de glucosa; luego la descomposición de los glúcidos sirve para rehacer la molécula de fosfógeno. El papel de los fosfatos es de suma importancia en el metabolismo durante la contracción muscular. Toda esta degradación de los glúcidos, se hace en presencia de una enzima que está formada por los pirofosfatos del ácido adenílico en presencia de sales de magnesio. El ácido adenílico es un nucleoide compuesto de una base púrica (la adenina), de una pentosa y de una molécula de ácido ortofosfórico; el ácido adenilpirofosfórico desempeña un doble papel: sirve de coenzimasa, como acabamos de ver, y tiene su acción enérgetica por la transformación que sufre en la contracción muscular. Por una serie de hidrolisis, desprendiendo calor se disgrega el ácido adenilpirofosfórico, en una molécula de ácido adenílico y otra de ácido pirofosfórico. Después de este último se divide en dos moléculas de acido ortofosfórico que se fijan sobre la hexosa derivada del glucógeno, constituyendo la hexosadifosfato.

        El calor desprendido por esta reacción es de 170 calorías por gramo de ácido fosfórico liberado, permitiendo hidrolizar al fosgógeno en creatina y ácido fosfórico gracias a cuyas reacciones puede ser reconstruida la molécula de ácido adenilpirofosfórico. Por estas reacciones la adenina se transforma en hipoxantina dando en último término amoníaco. Estos cambios químicos por desaminación son reversibles, se efectúan en forma notable en los músculos fatigados por el ejercicio. Por estas reacciones observamos en todas las vías de eliminación el aumento del nitrógeno en todo trabajo muscular.

        La molécula de fosfógeno vuelve a ser construida por el ácido fosfórico que proviene de la descomposición de las hexosas-fosfatos gracias a la energía liberada de la oxidación del ácido pirúvico.

        La reacción termoquímica de la contracción muscular puede resumirse de la siguiente manera: del ácido adenilpirofosfórico es de donde se inician todas las reacciones al descomponerse en fosfógeno, da la verdadera reacción energética y por la restauración de los otros compuestos fosforados a expensas de la degradación de los glúcidos.

 

PAPEL PLASTICO DE LA GLUCOSA

        La glucosa y la galactosa forman la lactosa; unidas éstas con una molécula de agua que se pierde constituyen el fenómeno biológico que se efectúa para la formación de la lactosa (azúcar de la leche); también el organismo directamente forma lactosa a partir de la glucosa. En química general esta forma de constitución de la lactosa es imposible, sólo el organismo puede hacer esta transformación.

        La preñez y el amamantamiento provocan el crecimiento de la glándula mamaria, además del aumento considerable de la dextrosa sanguínea (hiperglicemia). Las glándulas mamarias hacen la síntesis de la lactosa, puesto que suprimiendo estas glándulas se demuestra que aunque haya hiperglicemia no se forma la lactosa, luego estas glándulas forman la lactosa de la leche.

        A partir del sexto o séptimo mes del embarazo aparece un aumento considerable de glucosa en la sangre, esta glucosa es de origen hepático; posiblemente por la influencia de una hormona secretada por el feto o por la placenta, se produce en el hígado un aumento de dextrosa. A partir del octavo mes del embarazo, bajo influencias hormonales combinadas, se fabrica leche bajo la forma de CALOSTRO (primera leche de la madre); del sexto al séptimo mes de embarazo hay glicosuria; en el momento del parto hay galactosuria y después del destete lactosuria. Estas tres formas de eliminación de azúcares se hacen por la orina y son fisiológicas.

        La lactosa de la leche desempeña un papel plástico, porque va además a formar galactolipidos, elementos componentes del tejido nervioso de todos los animales y todos los demás cuerpos formados con los prótidos en la constitución de los aminoácidos.

        Brevemente hemos visto cómo los glúcidos desempeñan las funciones energéticas, que son las mejor conocidas, las mixtas y las plásticas.

        Luego todos los elementos que intervienen, ya sea definitivamente o en forma pasajera, en el metabolismo de los glúcidos, están profundamente afectados cuando se busca, ya sea con fines terapéuticos, como sucede en la Terapéutica Celular, o en estados patológicos.

 

GLICEMIA

        Los compuestos ternarios de carbono, hidrógeno y oxígeno, cuya relación entre estos dos últimos está en la misma proporción que en el agua se les denominó HIDRATOS DE CARBONO; se representa en términos generales la fórmula así: Cm(H2O)n, en la cual m puede ser igual o diferente a n. Los hidratos de carbono eran compuestos particulares que contenían azúcar, es decir, compuestos en los cuales se podía formar azúcar o cuya molécula estaba constituida únicamente por azúcar.

        Pero se encontró con que otros compuestos diferentes que pueden dar azúcar, no corresponden a la misma fórmula; en tal virtud se abandonó esta denominación de hidratos de carbono y se les dió el nombre de "azúcares" o "materias sacarígenas"; aun esta denominación no comprendía ciertas sustancias de la misma familia, como los llamados entonces "glucisidos". Así es que por múltiples razones, en la Convención Internacional de Química, para abarcar todos estos compuestos, se convino en denominarlos GLUCIDOS, abarcando todos los compuestos de la química orgánica que posee en su molécula, sea en estado libre, sea en combinación de una o varias moléculas de OSAS, es decir una o varias moléculas de azúcares no hidrolizables.

        Este grupo de compuestos está formado por elementos de mucha importancia, puesto que desempeñan en los animales dos importantes papeles: ENERGETICO, por dar al organismo la mayor parte de su energía para el crecimiento y para el metabolismo; PLÁSTICO que sirve para construir compuestos que van a formar las células del organismo.

        Los compuestos de cadena lineal formados de carbono, hidrógeno y oxígeno, cuyos carbones menos uno de la cadena principal tienen una función alcohol primario o secundario y este carbón tiene una función aldehído o cetona; por esto se dividen en dos grupos: aldosas y cetosas.

        La GLUCOSA es una OSA de las más extendidas, contiene 6 átomos de carbono; uno de éstos posee la función aldehica y los otros 5 una función de alcohol primario.

        Todas las OSAS poseen las siguientes cualidades; son reductoras, fermentescibles; la propiedad específica de combinarse con las hidrazinas; pueden unirse con el ácido cianhídrico para formar nitrilos, esta propiedad se aprovecha para la investigación de la glucosa, en la orina; poseen en su molécula átomos de carbono asimétrico que invierten el plan de polarización de la luz polarizada.

        Desde los trabajos de Claude Bernard quedó demostrado que la sangre contiene glucosa en una proporción de 0,80 a 1 gr. por litro. Según Lépine la glucosa que se dosifica inmediatamente de extraída la sangre es el "azúcar actual;" pero hay otro azúcar que no es posible dosificarla inmediatamente que se extrae de la sangre y es el "azúcar virtual;" estas variaciones en la dosificación han provocado controversias y no ha sido aún aclarado este punto sobre el "azúcar virtual."

        La glucosa que se dosifica comúnmente es la glucosa sanguínea libre que se encuentra en estado de SOLUCION VERDADERA y es dializable. Existe otro azúcar, además de las dos señaladas, que es el azúcar protéidica, parece que ésta o próviene del glucógeno que contienen los glóbulos blancos o proviene de las OSAS de ciertos proteidos conjugados, como los mucoproteidos.

        De todo esto observamos que en realidad son tres las glucosas existentes en la sangre.

        La glucosa o "azúcar actual," el "azúcar virtual" y el "azúcar proteídica."

        Por estas razones debemos distinguir al hacer el estudio de los glúcidos de la sangre: la GLUCIDEMIA, que representa la totalidad de glúcidos, reductores o no, hidrolizables o no y libres o no; la GLICEMIA que representa la concentración en la sangre de la glucosa.

        Los métodos clásicos de dosificación están fundados en la propiedad de reducción que tiene la glucosa, son los de Folin y Wu y Benedict. En estos trabajos fué el primer método de dosificación el utilizado para los diversos estudios.

        Debemos tener en cuenta que la glucosa de la sangre es convertida por glicolisis en dos moléculas de ácido láctico; por esta causa, a pesar de los diferentes conservadores, fluoruro u oxalato de sodio, se debe efectuar lo más pronto posible la dosificación de glucosa y de no ser así ya no es exacta esa dosificación.

 

HIPOGLICEMIAS

        Las causas patológicas reconocen varios mecanismos. Puede haber hipoglicemia por trastornos glandulares; la hipo-secreción de adrenalina, como en la enfermedad de Addison; tuberculosis de las cápsulas suprarrenales, produce hiploglicemia; el funcionamiento normal de esta glándula aumenta los glúcidos de la sangre; estos enfermos son muy sensibles a los efectos de la insulina.

        La secreción exagerada de la insulina trae la baja del azúcar sanguínea; esto es muy frecuente en los tumores de todas clases que se observan en el páncreas; con mayor razón si estos tumores son malignos, muchas ocasiones el médico no tiene el tiempo suficiente para llegar al diagnóstico. Antes de hacerlo, el enfermo perece por hipoglicemía. Se han hecho operaciones sobre páncreas con tumores y a veces se ha logrado salvar la vida, extirpándoles. Este SINDROME DE HIPERINSULINISMO, antes raro o poco conocido, ahora es muy frecuente; sólo una práctica muy amplia hace llegar a este diagnóstico. Son los adenomas y carcinomas insulares (tumores en los islotes de Langerhans), los que en la mayoría de las veces dan estos síntomas. Por la clínica sola es muy difícil hacer el diagnóstico. La situación profunda del páncreas, atrás del estómago, y lo imposible de verlo a los rayos X, obliga a la intervención quirúrgica para hacer el diagnóstico y el tratamiento a la vez. Algunas pancreatitis crónicas pueden producir baja de glucosa sanguínea pero en estos casos dominan más los trastornos digestivos que los de la hipoglicemia, por el hecho de abarcar la lesión, no sólo los islotes de Langerhans sino la mayor parte del páncreas.

        Las lesiones del páncreas son una de las causas principales ahora reconocidas que producen la HIPOGLICEMIA. Los tumores malignos o benignos, las lesiones inflamatorias de diversos orígenes, las malformaciones por lo regular congénitas y las hipertrofias o hiperplasias de los islotes de Langerhans, todas estas causas producen las HIPOGLICEMIAS INSULARES por hiperinsulismo.

        Existen hipoglicemias que se atribuyen al sistema nervioso o al sistema endócrino, pero la verdad no se sabe, quedamos en el misterio sobre la causa de estas hipoglicemias. Los diversos medicamentos que obran sobre el páncreas o sobre las otras glándulas, no tienen ninguna acción. Por lo que se ha creído que estas hipoglicemias obedecen a una causa general donde intervienen otros factores por ahora desconocidos. Se piensa, sin embargo, o que los islotes segregan mayor cantidad de insulina o que el organismo, por circunstancias especiales, es más sensible a la acción de esta hormona en pequeñas dosis.

        Lo que sí se ha observado, en esta clase de hipoglicemias, es que los individuos con este mal son nerviosos, (desequilibrío vagotónico) con francos trastornos endócrines como disfuncionamiento menstrual, cierto hipertiroidismo, tensión arterial baja, etc. Clínicamente es muy difícil hacer diagnóstico respecto a la causa real de la hipoglicemia; tampoco el laboratorio nos ayuda a este diagnóstico.

        Las hiperglicemias endógenas causadas por la adrenalina, la asfixia, el éter, la morfina o la picadura del cuarto ventrículo, se dice que no son mejoradas por la acción hipoglicemiante de la insulina. Se dice que cuando la acción hipoglicemiante de la insulina es más baja de 20mg no son suficientes los efectos hiperglicemiantes de la adrenalina y entonces hay que recurrir a las inyecciones de glucosa.

 

DOSIFICACION DE LA GLUCOSÁ EN LA SANGRE

        ANTECEDENTES: Al principiar los estudios se tomaban tres muestras de sangre: una antes de la inyección de la insulina, que se consideraba normal, otra en estado de hipoglicemia, antes de iniciar la aplicación de la inyección intravenosa con los medicamentos apropiados según el caso y una tercera muestra cuando el paciente había salido del estado hipoglicémico y se consideraba de nuevo en condiciones normales.

        En estas condiciones, las dos primeras muestras eran siempre constantes, la una normal (aun cuando en ciertos casos se notan hipoglicemias marcadas comprendidas entre 65 y 80mg de glucosa por 100cc de sangre y que nosotros hemos atribuido al miedo de ciertos pacientes para el tratamiento), y la otra, tomada en plena primera parte siempre daba datos de notable hiperglicemia, habiéndola abandonado, pues daba datos de 200 a 450 y hasta 500mg de glucosa por 100cc de sangre, cosa que atribuimos a que para no molestar al paciente con un nuevo piquete, se tomaba esta tercera muestra unos minutos después de la aplicación de los medicamentos, que llevan como vehículo solución hipertónica de glucosa y quedaba la aguja llena de dicha solución. A pesar de que se dejaba salir por ellas unas gotas de sangre para que ésta la lavara, nunca se obtuvieron datos de ligera hiperglicemia.

        En estas condiciones, nos quedamos con las des primeras mencionadas o sean la normal, antes de la inyección inicial de insulina y la segunda, en pleno choque insulínico, antes de aplicar los medicamentos.

 

TÉCNICA SEGUIDA EN LA DOSIFICACIÓN

        Preparación del filtrado de sangre libre de prótidos: Método de Folin-Wu.

        Se funda este método en precipitación total de prótidos de la sangre por el ácido túnstico, que se forma por doble descomposición entre el tunstato de sodio y el ácido sulfúrico, se filtra por filtro seco y el filtrado contiene todos los constituyentes sanguíneos que se determinan por este sistema y que son:

        Nitrógeno no-proteico, urea, ácido urico, creatina y creatinina, glucosa, aminoácidos y cloruros. Para poder hacer todas estas determinaciones se necesitan alrededor de 10cc de muestra de sangre, pero como nosotros sólo nos interesamos al principio por la glucosa, trabajamos con muestra de 1 a 2cc.

        Las muestras eran recogidas en tubos de ensaye estériles y que contenían una gota de solución saturada de oxalato de sodio, que había sido evaporada colocando los tubos sobre una parrilla eléctrica en posición horizontal para tener mejor repartición del agente anticoagulante y en cuanto se recibía la sangre, se agitaban para disolver el oxalato en ella y evitar así la coagulación, que siempre se presentaba, cuando se omitía este detalle. También usamos, aunque pocas veces, los fluoruros de sodio o de potasio, así como el formaldehido en los casos en que, por el lugar del tratamiento, iban a estar las muestras de una a dos horas y aun más, a temperatura ordinaria, pues no siempre disponíamos de refrigerador para conservarlas. En la mayor parte de los análisis que damos después se usó de preferencia el oxalato como anti-coagulante.

        En la obtención de este filtrado libre de prótidos, empleamos al principio la modificación de Hadens, a la técnica clásica de Folin-Wu y que consiste en agregar a la sangre (un volumen), 8 volumenes de ácido sulfúrico N/12, agitar y agrega después 1 volumen de tunstato de sodio al 10%, agitar bien y filtrar, pero con frecuencia obtuvimos datos bajos y empleamos entonces la técnica clásica, que consiste en hemolizar un volumen de tunstato de sodio al 10% y agitar y después agregar gota a gota, con agitación constante un volumen de ácido sulfúrico 2/3 normal, si la operación está bien hecha no hay formación de espuma y después de un reposo de 5 minutos, ya que el color de la mezcla ha cambiado del rojo vivo al café obscuro, si este vire no se obtiene, es indicación de que la coagulación es incompleta y se puede aún aprovechar la muestra agregando gota a gota más ácido sulfúrico y agitando enérgicamente después de cada adición. Esto sucede generalmente cuando se tiene exceso de oxalato. Dadas las pequeñas proporciones de los ensayos, se filtraba por filtro doblado según técnica de García Junco y se recogía el filtrado en otro tubo de ensaye. El filtrado es transparente completamente desde las primeras gotas y con él precede a la...

 

DETERMINACIÓN DE GLUCOSA

Método de Folin-Wu:

        Consiste este método en calentar el filtrado libre de prótidos, obtenido como antes se dijo, con una solución alcalina cúprica, en un tubo especial que tiene un bulbo en parte inferior, de 4cc de capacidad, luego un estrechamiento, que debe tener, más o menos, 4cm de largo y que sirve para evitar la oxidación de la mezcla reaccionante y luego sigue el tubo ancho. Los tubos que usamos tenían tres aforos: a 6, 12,5 y 25cc. El óxido cuproso que se forma por reducción de la sal cúprica se precipita en forma de un polvo rojo ladrillo se trata por solución reactivo de ácido fosfo-molibdico, obteniéndose así un color azul debido a la reducción del molibdeno y que dentro de los limites del procedimiento es proporcional a la cantidad inicial de glucosa, comparándose en un colorímetro con soluciones testigos o con vidrios tipo, que tenía el colorímetro que usábamos.

        La técnica a seguir es poner 2cc del filtrado túnstico libre de proteínas en el tubo especial de Folin-Wu (si esperan datos muy elevados conviene poner 1cc de filtrado y 1cc de agua) y 2cc de solución reactivo alcalina de cobre, debiendo llegar la superficie libre de la mezcla a la parte angosta del tubo. Si no se tienen vidrios tipo, en otros tubos se ponen cantidades debidas de solución tipo de glucosa para hacer las comparaciones al colorímetro. Se calientan los tubos en baño de María por 8 minutos y agregar 2cc de solución de ácido fosfomolibdico y se diluyen, en casos normales, hasta la marca de 25cc en cuyo caso la lectura es directa, pues si el ensayo no está muy azul sólo conviene diluir hasta la marca de 12,5 y multiplicar el resultado por dos. Nosotros en las sangres de hipoglicémicos, en que teníamos resultados sumamente bajos, los dejábamos en ese volumen, multiplicando el resultado por 4,17. El colorímetro Klett que usábamos tiene en la parte inferior una cinta movible para abreviar el cálculo y el dato así obtenido que se refiere a ensayo normal, se corrige en la forma ya dicha.

        Ensayamos en algunos casos los métodos de Benedict, pero la dificultad de la preparación siempre continua del reactivo lo hace poco práctico para determinaciones rutinarias, así como la substitución de los tartratos por alanina para la formación del complejo cúprico, lo hace caro en nuestro medio, ya que el precio de este reactivo es mucho más elevado y no siempre se encuentra en el comercio. Los datos obtenidos por este método son más bajos que los obtenidos por el método de Folin-Wu, puesto que el reactivo de Benedict sulfitado no reacciona con los reductores no-azúcar de la sangre, tales como el glutation y la tioneina que se engloban en el dato de Folm-Wu, siendo de 15 a 30mg por 100cc.

        Las fórmulas de los reactivos no las hemos puesto por éncontrarse en todos los libros especialistas de análisis de sangre. Nosotros empleamos el "Practical Physiological Chemistry" de Phillip B. Hask, undécima edición.

 

GLICEMIA NORMAL

        La cantidad media normal de glucosa en la sangre de los habitantes de México es de 82mg por 100cc, manteniéndose la misma, no obstante la cantidad de alimentos hidrocarbonados que ingerimos. (Ver gráficas No. 1 y 2). El aparato hemoglucorregulador está constituido por las glándulas endócrinas: suprarrenal, tiroides e hipófisis, que hacen aumentar la glucosa en la sangre; los islotes de Langerhans, las paratiroides y los ovarios, que tienen acción contraria. Por un mecanismo diferente, intervienen: el sistema nervioso-vago-simpático y el sistema nervioso central, (picadura del cuarto ventrículo, que Claude Bernard denomina diabética, 1855). Esta experiencia llevó a descubrir también la intervención del hígado en la glicemia, por mecanismo diferente a los anteriores.

        La glucosa, condensada bajo la forma de glucógeno, es almacenada en el hígado; proviene principalmente de los alimentos hidrocarbonados, debiendo subrayar que no sólo los hidratos de carbono dan esta substancia, sino también las grasas y los albuminoides, como quedó asentado en párrafos anteriores y clinicamente lo hemos observado.

        Si a un individuo a quien se haya bajado a glucosa sanguínea a la mitad de lo normal, por medio de la insulina, se le dan únicamente alimentos grasos o albuminoides, comienzan a desaparecer en su organismo los síntomas de hipoglicemia después de un tiempo mayor qué el requerido para los hidratos de carbono; ello demuestra que a expensas de esos alimentos, se forma también glucosa y, por lo tanto, glucógeno.

        La acción de la adrenalina sobre la célula hepática está demostrada por la influencia que ejerce, impidiendo la destrucción de la glucosa y acentuando, al mismo tiempo, la glicogenolisis. Probablemente esta acción se lleva a cabo frente a una diastasa glicogenolitica que también es glicolítica según las condiciones en que se encuentra el glucógeno. Para efectuar la disociación de la glucosa en ácido láctico, la diastasa debe ser fijada al glucógeno. El glucógeno de naturaleza coloide sería la codiastasa activante, llevando en su superficie la codiastasa activada. Todos estos fenómenos se efectúan bajo la acción diseminadora de la adrenalina, que al inyectarse, disminuye la glucolisis en la sangre y en la célula hepática.

        La supresión de las cápsulas suprarrenales determina hipoglicemía; la inyección directa sobre el glucógeno hepático y por influencia vasotónica consecutiva a la acción nerviosa central: la adrenalina regula el metabolismo de los hidratos de carbono en el hígado como en los demás órganos. El metabolismo de los prótidos y lípidos está unido al de los glúcidos. La adrenalina desempeña, pues, un papel capital en el metabolismo general; es hiperglicemiante, glicosúrica por glicogenolisis y por defecto de utilización de la glucosa. La adrenalina se muestra antagónica de la insulina frente al glucógeno.

        Por su secreción interna, las glándulas suprarrenales son órganos antiasimiladóres antagónicos del páncreas; la adrenalina, es pues, una antienzima de asimilación; es, también, desasimiladora, puesto que acentúa las oxidaciones; desempeña el papel de ayuda-enzima de desasimilación.

        El páncreas es un órgano de asimilación por su secreción externa y también por su secreción interna, ya que ésta permite la utilización de los alimentos digerídos por aquélla; a fuerte dosis, es un agente antidesasimilador por el aumento exagerado de las oxidaciones: es, entonces, una anti-enzima de desasimilación. La insulina a dosis insuficientes para provocar hipoglicemia clínica, no trae ninguna variación notable en la eliminación de anhídrido carbónico y agua, de acuerdo con la fórmula:

C2 H12 O6 + 6O   =   6CO2 + 6H2O

oxidación que se hace por etapas intermediarias y con la presencia de catalizadores y diastasa verdadera; se dice también que tienen un papel importante en esta disociación los productos siguientes: la exosafosfato, el ácido fosfórico y, sobre todo, el ión Ca. El desdoblamiento de la glucosa en ácido láctico libera energía; lo contrario sucede en la resintesis de glucógeno a partir del ácido láctico, absorbiendo cierta cantidad de oxígeno y energía.

        La acción metabólica no es sólo de los glúcidos, sino, en general, de todos los componentes del organismo: grasas, albuminoides, etc. etc.

        No todos los hidratos de carbono se transforman en ácido láctico; la mayor parte del azúcar desaparecida sufre transformaciones aún desconocidas.

        Como se observará esta actividad glicolítica de desintegración y de síntesis de los glúcidos está íntimamente unida a la reacción del medio humoral; además, nos demuestra el papel preponderante de los hidratos de carbono en la nutrición celular.

        Si la dosis de insulina es muy fuerte, la glicogenolisis hace disminuir la superficie del glicógeno, la hipoglicemia se instala, la eliminación de CO2 y la temperatura disminuyen progresivamente, debido a que el exceso de insulina flocula y lisa a tal punto el glucógeno que la glicogenosintesis no puede producirse, y sólo existe la glicolísis. La superficie del glucógeno es entonces mínima y no puede aumentar por falta de glucógeno nuevo; si las oxidaciones son insuficientes, el ácido láctico recién formado paraliza la codiastasa y detiene el metabolismo de los hidratos de carbono, así como las oxidaciones, aumentando la hipotermia, pudiéndose producir hasta la muerte.

        Las funciones del hígado son: biliar, hematolítica, hematopoyética, marcial, glucogénica, glucocémica, adipogénica, fibrinogénica o coagulante, ureopoyética, antitóxica, etc. Todas estas manifestaciones que parecen diferentes funciones de la célula hepática, están íntimamente unidas y no son sino el resultado del funcionamiento celular.

        La acción antitóxica del hígado es proporcional a la riqueza en glucógeno, del órgano. La influencia del glucógeno como desintoxicante es indirecta, pues suministra glucosa que se transforma en ácido glicurónico el que, además de la sulfo-conjugación, desintoxica indirectamente, en proporción a la cantidad de glucosa que es susceptible de suministrar; en consecuencia un hígado que no contiene glucógeno no obra sobre los venenos.

        La acción se verifica del siguiente modo: las substancias tóxicas poseen, o pueden adquirir en el organismo, una función alcohólica o fenólica que, unida al glicurónico o glucosa del hígado, forma glucósidos; éstos sufren una oxidación sobre su cadena alcohólica terminal y dan ácidos glicurónicos conjugados que son muy poco tóxicos y solubles y se eliminan fácilmente por la secreción renal. El glucógeno, además de ser una reserva alimenticia energética, es una reserva material antitóxica.

Glucosa y el Momento Terapéutico
La célula

        A la glucosa, a su vez, pueden considerársele cuatro funciones:

        Una energética muscular, puesto que en ciertas condiciones se transforma en ácido láctico, indispensable para la contracción muscular; una termógena, por la cual parte de la glucosa se disocia en ácido láctico, suministrando calor para la combustión de este ácido pasando probablemente a ácido acético y finalmente a CO2 y H2O. La función antitóxica, por la conjugación glicurónica y, puesto que la glucosa es capaz de participar en la síntesis de las grasas, de los proteidos y de los gluco-proteidos, tiene una función metabólico-plástica. La glucosa tiene poder oxidante, aunque tal propiedad es menos pronunciada que la del glucógeno, que lo hace enérgicamente gracias a su poder de absorción. La acción oxidante enérgica del glucógeno nos explica la respiración celular, es decir, la que representa los cambios gaseosos entre la sangre y los tejidos. El oxígeno llevado por la sangre a la célula, entra en actividad química bajo la forma atómica. El glucógeno-oxidasa explica así la respiración interior y es la extensión de la superficie del glucógeno la que guía los cambios respiratorios. Por esta función de oxidasa-glucógeno resulta su papel antitóxico, en virtud del cual todas las substancias oxidables perjudiciales son destruidas, quedando bajo la forma de ácido láctico como cuerpo intermediario.

        Según MacLeod, la glucosa y la manosa, son las más importantes como medicamentos antihipoglicemiantes; después siguen, la fructuosa, la galactosa y la maltosa; pero la mejoría que producen estas "Osas", es sólo temporal y la arabinosa, la sacarosa y la lactosa no tienen ningún efecto sobre la acción hipoglicemiante de la insulina.

        Los hechos demuestran que efectivamente, de todas las "Osas", conocidas, sólo la glucosa es la que detiene y mejora los síntomas hipoglicemiantes causados por la insulina.

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